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jueves, 21 de junio de 2012

Lucero del Alba El sol invernal trae bonanza o pobreza

La espera festiva del lucero del amanecer en el cambio de estación de otoño a invierno simboliza el comienzo del año agrícola en la cultura guaraní; en la cultura andina el solsticio es el recibimiento del Año Nuevo aimara, esta vez 5520.

La Gobernación propició anoche un evento simbólico y abreviado por el luto que acompaña la muerte que causó un accidente en la marcha por la defensa del Tipnis. El Parque Urbano fue sede del programa, que tuvo manifestaciones artísticas.

La celebración del Yasitata Guasú (Estrella Grande) o Köe Mbiya (Lucero del Amanecer) o Köe Jerga (Mensajera del Amanecer) es, según explica la investigación de Paula López, un ritual guaraní milenario en el que los ancianos se reúnen en una planicie o en la orilla de un río, desde donde pueda verse el horizonte. Se enciende una fogata y todos se sientan alrededor para ofrendar al fuego productos de las cacerías de las chacras, frutas y miel.

Los participantes conversan sobre lo sucedido durante el año que pasó para replantear el comportamiento comunitario ante los sucesos de la vida, de tal forma que ponen de manifiesto los valores guaraníes más arraigados: generosidad, reciprocidad, solidaridad, respeto a los semejantes y a la naturaleza. Ante la aparición del lucero, los ojos del chamán acumulan la luz y la fuerza de Köe Mbiya, y sus plegarias son susurradas en la penumbra de la madrugada.

La voz del paje pronuncia el canto ancestral, cuyo significado es un secreto guardado de generación en generación. Al llegar el alba, si el cielo está limpio de nubes, el augurio es bueno, habrá generosa cosecha, buena caza y salud. Si está lleno de nubes y Köe Jerga aparece débil o no se visualiza, los sabios entenderán que el año será duro, con plagas en las cosechas y enfermedades, establece López.

El ritual andino del solsticio se celebró hasta la madrugada de hoy en 20 de 80 sitios sagrados o wacas identificados para recibir el Año Nuevo aimara o Willka Kuti, con ritos tradicionales de conexión a la Pachamana (tierra).

Leyenda: estrella que surgió del mal
Paula López | Exconsultora de la Gobernación, investigó el génesis de la mitología guaraní

En la mitología guaraní, el mal está justificado. El sabio Tumpa (Dios creador) creó al Aña (el espíritu del mal) “para que no todo sea fácil y se recuerde el verdadero valor de las cosas”.

De los hijos de I-paye (el primer hombre) y Sy-paye (la primera mujer), la más hermosa era Kerana, diosa del sueño. Era tan hermosa que conquistó el corazón del Aña. Este, con engaños, la enamoró y se la llevó. Por siete años seguidos Kerana engendró hijos que encarnaban males que asolaron al pueblo: mentira, envidia, egoísmo, miedo, odio y cobardía.

El pueblo lloraba plegarias de socorro a Tumpa y este envió a su mensajero el colibrí, que aconsejó engañar a los engendros con una hermosa muchacha que se ofrezca en matrimonio. La elegida, por su belleza, fue Porá. Porá conquistó a uno de los engendros y pidió festejar la boda en una cueva con todos los hermanos engendros como invitados. Cuando todos estuviesen distraídos, Porá se escabulliría afuera y el pueblo guaraní los encerraría y los quemaría. Pero tal fue la suerte de Porá que no pudo escapar porque la descubrieron queriendo salir de la cueva. Ella decidió sacrificarse, quemándose viva con ellos, para salvar a su pueblo.

Se dice que el espíritu de Porá se convirtió en la estrella más grande (Yasitata Guasú), la más brillante de la madrugada (Köe Mbiya), y desde entonces sus lágrimas caen en forma de rocío y es ella la mensajera (Köe Jerga) que avisa a los pajes cómo será el año que comienza.

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