domingo, 29 de abril de 2012

Amor Aymara: El Sagrado Compromiso

CONCEPTO DE AMOR PARA LOS AYMARAS ES PRÁCTICAMENTE EL MISMO QUE PARA LA MAYORÍA DE LAS CULTURAS ANCESTRALES | UNA FIGURA DE PARES COMPLEMENTARIOS MUY SIMILAR A LOS VALORES HEMBRA-MACHO, POSITIVO-NEGATIVO, BLANCO-NEGRO; CONTRARIOS PERO COMPLEMENTARIOS.

Antiguamente, en la esfera humana aymara el amor era dar la vida por la pareja, la familia y la comunidad. El amor y la vida tenían casi el mismo valor sagrado; era una inversión, un sacrificio, básicamente todo. Este concepto sigue vigente en las comunidades donde estar solo o vivir solo es muy mal visto al significar desequilibrio en la persona y en la misma comunidad.



ENAMORAMIENTO Y MATRIMONIO

En la cultura aymara, la atracción, la situación social, la belleza, el factor sorpresa, la admiración, la sencillez, la humildad, la entrega y la confianza en la naturaleza humana (que podría traducir como química), eran los aspectos que debían ser considerados cuando un hombre se enamoraba de una mujer o viceversa.

El enamoramiento no era muy evidente y duraba bastante poco, prácticamente el mismo tiempo que una fiesta, un evento social o un trabajo comunal. Lo importante venía después cuando los enamorados decidían vivir juntos (sirwiñacuy) con el consentimiento de sus padres, una etapa de prueba que duraba el tiempo que la pareja necesitara para estar bien segura para casarse.

La mejor edad para contraer matrimonio o formar una familia estable debía darse después de los 30 años cuando se consideraba que la persona tenía la suficiente madurez fisiológica y psicológica y estaba en condiciones físicas de trabajar para alimentar a su familia y producir suficiente para la comunidad. Casarse antes de los 30 también era mal visto.



COMUNIDAD Y TRABAJO

En el ayllu y en la comunidad la pareja hombre-mujer era el indicador de identidad, estabilidad, fertilidad, vitalidad y prosperidad. El amor era la representación y perpetuación sanguínea innata de familia. Una persona soltera no tenía derechos ni obligaciones a nivel comunal y en el ayllu no era posible postularse a cargos jerárquicos. No podía tener tratos ni contratos con otras personas porque no representaba una garantía por sí misma. Por lo tanto el matrimonio se consideraba sagrado y símbolo de vitalidad, fertilidad y perpetuación del ayllu.

En las primeras etapas de la cultura aymara el matrimonio era indisoluble porque “hacerse de pareja” era para siempre y romper esta regla representaba alterar la estabilidad de la comunidad ya que se creía que ocasionaba desgracias naturales como granizos, tempestades, inundaciones y sequías.

Según varios investigadores, “la comunidad aymara se organiza alrededor del trabajo, de tal modo que todas las estructuras sociales (individuo, pareja, familia, ayllu), están subordinadas al cuidado de la tierra. De ahí que las creencias religiosas, los ritos y tradiciones permitan mantener el equilibrio tan delicado entre los seres humanos y la naturaleza hostil del Altiplano”.



COMPROMISO E INTIMIDAD

Bismarck Pinto Tapia es doctor en psicología de la Universidad de Granada (España) y magíster en psicología de la salud de la Universidad Católica Boliviana. En la última década, interesado en el funcionamiento cerebral y su relación con las emociones, quiso estudiar para su tesis doctoral las respuestas fisiológicas ante estímulos eróticos en la población aymara.

Desistió ante la complejidad del propósito y comenzó a estudiar la teoría triangular del amor del psicólogo estadounidense Robert Sternberg que, intrigado por el significado que tiene para los humanos actuales la palabra “amor”, desarrolló varios estudios encontrando coincidencias estadísticas en tres factores que componen el concepto: pasión, intimidad y compromiso.

La pasión se entiende como el elemento irracional, erótico, sexual y festivo o de divertimiento. La intimidad es la confianza que permite la empatía, la posibilidad de contar el uno con el otro. El compromiso son las reglas, el contrato de pareja, los límites y modos de comportamiento donde queda establecido que el otro es lo más importante “en nuestra vida”.

A Pinto le llamó la atención la universalidad del modelo de Sternberg ya que había sido puesto a prueba en distintos países con similares resultados y retomó su inquietud de descubrir qué diferencias existen --si es que las hay-- entre la pasión aymara y la mestiza y comenzó su tesis doctoral “Concepto de amor y personalidad en universitarios aymaras del departamento de La Paz” (2008).

Replicó los estudios de Sternberg en universitarios de las poblaciones de Tiwanaku, Pucarani, Batallas y Carmen Pampa, encontrando correspondencia en los conceptos de pasión, intimidad y compromiso. Sin embargo, determinó que en la cultura aymara el compromiso y la intimidad están primero y la pasión al final.



SIGNIFICADO DEL AMOR

En función de la información recabada, concluyó que la cultura aymara fue influenciada por la cultura inca en primera instancia, luego por la cultura hispánica colonial y actualmente por la globalización.

“Ya que es muy difícil establecer las formas del amor en la época pre hispánica --dice Pinto--, tan sólo queda especular a través de los registros arqueológicos que la sexualidad era diferente antes de la llegada de los españoles”.

En el estudio filológico de la palabra amor, en aymara munaña, identificó una tergiversación del sentido original del concepto “amor” expresado en el término waylluna (asociado con trenzar o unir), con connotación erótica desplazada por el concepto chuyma, con acepción a la idea romántica del amor.

La evidencia antropológica permite hacer coincidir la conclusión psicolingüística de que el amor entre los aymaras ha sido despojado del componente pasional.

El enamoramiento que involucra la atracción y el deseo es considerado por los aymaras como una molestia y el placer sexual ha sido reprimido y se lo evita en la vida conyugal en el ámbito rural. En el ciclo vital la relación amorosa es secundaria a las necesidades laborales de la familia, de tal manera que aún hoy existen comunidades en las que son los padres quienes arreglan los matrimonios de sus hijos.

De ese modo, “el amor” para la cultura aymara significa comprometerse y compartir alegrías y penas, sometiéndose a la comunidad y haciendo superlativo el trabajo.



LA PERSONA Y EL AMOR

El matrimonio es crucial para la sociedad aymara –dice Bismarck Pinto-- puesto que las personas sólo son reconocidas como tales únicamente cuando están casadas. El convertirse en persona (jaqi) requiere de un complejo sistema de ritos en el ciclo vital de la pareja y que Albó identificó en etapas: sart’asiña o anuncio de compromiso; irpaq’a o llevarse; sirw i skiwa o está sirviendo; kasarasiña o casarse; y el añadido wayllusiña o enamorar, que da inicio al ciclo vital conyugal.

Por otra parte, también estableció que los aymaras asocian las relaciones amorosas a la violencia, por lo que durante el proceso de enamoramiento y la vida conyugal es común que el varón se sienta con derecho de golpear a su mujer y que ésta consienta el maltrato. Este análisis, sin embargo deriva necesariamente en una reflexión sobre la situación de la mujer sometida al esposo, a su propia familia y a su familia política.

La crianza de los niños establece una forma de apego inseguro. Considerando que la forma de apego se relaciona estrechamente con la manera cómo se establecen los vínculos amorosos, es probable que el tipo de apego de los niños aymaras derive después en apego temeroso cuando se establecen vínculos de pareja como la desconfianza y el miedo a la dependencia.

Otro aspecto interesante que encontró está referido a los símbolos. Para la cultura aymara las pantorrillas de una mujer son un símbolo sexual y no así los senos que sí lo son para la cultura occidental, por ejemplo. Esto se debe a que los factores eróticos son definidos por cada cultura y en el mundo aymara los pechos de las mujeres están asociados a la alimentación de los bebés y no al deseo sexual masculino.

“La obesidad –dice-- es considerada un factor importante de la belleza femenina porque se asocia con el bienestar económico y con él se asume que se trata de alguien prestigiosa. El valor prioritario en los aymaras es la aceptación comunitaria, de ahí que el prestigio social esté involucrado en todos los quehaceres”.

Bismarck Pinto transformó todos estos conceptos contenidos en su tesis doctoral en el libro “Amor y personalidad en los aymaras” (2009), que lo posesiona como uno de los promotores de la investigación sobre la psicología aymara, en el entendido de que prácticamente no existen otros trabajos sobre el tema y considerando también que Bolivia es el país con la mayor concentración de población indígena de América Latina, donde quechuas y aymaras son más numerosos.

Este profesional trabaja como terapeuta familiar y es docente de las carreras de psicología y ciencias religiosas de la Universidad Católica de La Paz. Ha escrito varios libros y artículos sobre terapia familiar y neuropsicología. También escribe poesía y es estudioso de la obra de Tolkien.

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