domingo, 29 de abril de 2012

Marcha, con problemas logísticos

Hoy hubo descanso forzado en la marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis). Los 350 marchistas se quedaron en la escuela de Puerto Varador porque no había condiciones para continuar la caminata. El clima se ha ensañado con la IX marcha indígena y la lluvia, en plena época de inicio de la sequía, va y viene en Trinidad, remojando el camino a San Ignacio de Moxos y templando tanto los ríos, que la columna tendrá pocos lugares donde acampar.

Ayer EL DEBER acompañó a Adolfo Chávez, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), a realizar una inspección a la ruta para encontrar las dos próximas pascanas de la movilización. A partir de las 6:00 de hoy, la marcha retornará a la carretera, primero para cruzar un brazo del Mamoré en pontones. A partir de allí, les espera una caminata de cinco kilómetros por una isla hasta la parte más ancha del río más grande de Beni, que está con turbión. Nuevamente los marchistas volverán a subir a los pontones, que los depositarán en Los Puentes, un campamento de pontoneros que se convertirá en el último asentamiento humano que verán en al menos dos días.

Allí comienza lo más duro. Será una caminata de 14 kilómetros, la mitad entre el ripio que corta los zapatos y chinelas, y el resto entre el barro de los curichis formados por el desborde del Tijamuchí.

Es precisamente en el puente sobre ese río en el que harán la pascana. El tributario del Mamoré está templado y ha inundado las llanuras donde la marcha acampó el año pasado, por lo que la columna de marchistas se apoderará de la mitad del puente para descansar. Eso sí, allí los espera una familia de bufeos que ha colonizado este tramo del río para alimentarse de los blanquillos.

Chávez luce preocupado, ya que no cuentan con carpas para pasar la noche y teme por las lluvias y los mosquitos, que abundan en esta zona. Los cámpin del año pasado ya no están. La mitad se perdió en la represión de Chaparina y el resto se lo llevaron los movilizados.

Esta movilización tropieza en la parte logística. La marcha necesita al menos diez carpas grandes para alojar a la columna y la Cidob no tiene recursos para comprarlas. Las ONG que ayudaron el año pasado no se han hecho presentes aún. A eso se suma la ausencia de los ganaderos benianos que donaron alimentos. Esto se ha traducido en una dieta rica en carbohidratos (arroz y fideo), matizada con algunos plátanos, pero aún pobre en proteínas (carnes).

“Hemos venido a marchar, no a comer”, dice una vecina del Tipnis, pero Chávez sabe que si la comida escasea, también fallarán las fuerzas y el ánimo se caerá.

Otro problema logístico que enfrentan es la falta de transporte. Las camionetas de la Cidob se encuentran en ‘terapia intensiva’ y necesitan un camión para que lleve los equipajes y ollas de una pascana a otra. El costo de la reparación de sus movilidades es imposible de cubrir para la Cidob, lo mismo que el alquiler de un camión mediano. Eso sí, la ayuda llegó de donde menos se lo imaginaban: del Gobierno. Chávez informó que las bases de la Central Indígena de Pueblos Étnicos de Beni le quitó la camioneta que el Gobierno le dio a Pedro Bare, presidente de la central y la puso al servicio de la marcha.

Pese al día de descanso forzado, no hay ni miras de que una línea de diálogo entre el Gobierno y la marcha esté tendida. La movilización aún no ha hecho pública su plataforma de demandas, ya que aún debe ser consensuada con el Conamaq, pero el núcleo será invariable: anulación de la ley 222 (consulta previa) y respeto a la ley 180 (intangibilidad del territorio indígena).

Se le consultó al ministro de Gobierno, Carlos Romero, sobre la posibilidad de abrir un espacio de diálogo y él informó que siempre las puertas están abiertas. Sin embargo, el Gobierno no contempla aún la posibilidad de eliminar la ley 222, porque solo conseguirá abrirse un frente de conflicto con los vecinos del Conisur, la parte colonizada del Tipnis, y las comunidades que abandonaron el Cabildo Indigenal para transformarse en cocaleras.

Sin esa posibilidad, difícilmente habrá diálogo. Chávez señala que la consulta no es previa, sino de reparación de impactos al Tipnis por una carretera que ya se decidió construir (Villa Tunari-San Ignacio de Moxos por el corazón del parque). Lo afirma porque en el proyecto de reglamentación de la ley 222 está asentado que el objetivo de la consulta es construir con el menor impacto la primera carretera ecológica del país.

Hermano de Fernando dice que lo prepararon para ser dirigente
Don Antonio Vargas Musúa está sentado en el corredor de la escuela de Puerto Varador almorzando a las cinco de la tarde. Como si estuviera en un trance, lleva la cuchara de madera de la tutuma a la boca una y otra vez, saboreando como un manjar el locro de gallina descolorido que prepararon para los marchistas.

Antonio tiene 66 años y es uno de los marchistas de mayor edad, pero no luce cansado ni agobiado ante los 600 kilómetros que le esperan antes de llegar a La Paz. En realidad, se lo ve feliz, orgulloso de defender esa “fortuna natural”, que para él es el Tipnis.

Don Antonio sabe mejor que nadie lo que vale ese millón de hectáreas defendido por los indígenas. Él vive, literalmente, en el paraíso, en Paraíso del Sécure, una pequeña comunidad que dio al movimiento indígena uno de sus principales dirigentes, Fernando Vargas, hermano menor de don Antonio.

“Fernando es el único de mis hermanos que estudió. No es que nosotros no hayamos tenido formación, pero no fue gran cosa. Apenas tres o cuatro años. En cambio, a Fernando lo capacitamos, lo formamos para ser dirigente, queríamos que conociera las leyes por los problemas que se pudieran presentar. Ahora Fernando es el padre del Tipnis y del Sécure. Él es el que nos está defendiendo a todos, por eso todos lo tenemos que defender a él”, dice, mientras en su tutuma aparece la pechuga de un pollo que, por su tamaño, bien podría haber sido una chaicita.

Don Antonio visitó a Fernando en su lecho de enfermo antes de que saliera la marcha. Lo dejó recuperándose y lo esperará más allá, en medio camino. Sabe que queda harto trecho para recorrer juntos.

Para Antonio, esta marcha defiende su forma de vida, por eso se siente comprometido. Allá, en Paraíso, Antonio cultiva árboles de cacao y gracias a sus semillas mantiene a su familia. “El chocolate es nuestra coca. Mucha gente piensa que nosotros somos cocaleros y no lo somos. Usted debería ir a mirar lo que producimos: puro chocolate y plantas de naranja y toronja”, informa.

En el rostro de don Antonio se ve una admiración sincera por Fernando. “La subcentral del Tipnis estaba por perderse y Fernando la resucitó”, cuenta. Asegura que lo que puso en riesgo a la organización indígena del Tipnis fue la mala gestión de dirigentes, que permitieron que esa fortuna natural fuera depredada por madereros.

El dengue comienza a hacer mella
Un mosquito es, de momento, el principal enemigo de la marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). La doctora Mayra Palacios, que atiende a los marchistas, explicó que cuatro personas del campamento de Puerto Varador presentaron síntomas de dengue sin señales de alarma. A ellos se suman dos más con diarrea y muchos con niños y adultos con picaduras de insectos.

Los más afectados son los indígenas que llegaron del Sécure, ya que tuvieron que navegar cuatro días y tres noches antes de llegar a Trinidad.

Hasta el momento, la persona más delicada de las 500 registradas para la marcha es Fernando Vargas, presidente de la Subcentral Tipnis y uno de los máximos dirigentes de la movilización.

Según explicó Palacios, Vargas se encuentra en etapa de recuperación y en las próximas horas se le harán análisis para ver el estado en el que se encuentra su hígado. Si los exámenes son satisfactorios y las plaquetas suben, significará que Vargas está superando el dengue severo que lo afectó y podrá ser dado de alta.

Eso sí, no podrá sumarse de inmediato a la movilización, ya que se le impondrá un descanso de seis a diez días. Para ese entonces, si no hay conflictos, la marcha ya se encontrará más allá de San Ignacio de Moxos.

Desde el hospital, Vargas agradece el apoyo de los bolivianos y la preocupación por su salud. Envía fuerzas a la marcha y dice a los indígenas "que están confundidos por las dádivas del Gobierno", que aún pueden sumarse a la movilización.

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