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martes, 31 de julio de 2012

“Chifleras” aconsejan no limitar gastos al ofrendar a Pachamama

Las “chifleras” (vendedoras de sahumerios) de la zona El Rosario recomiendan no escatimar en gastos para ofrendar a la Pachamama, porque “ella se enoja”. A partir de esta noche y durante todo agosto se celebra el mes de la Madre Tierra, con una diversidad de ritos ancestrales propios del mundo andino.

“Así como le das, lo mismo recibes de la Pachamama”, dijo Liliana Rodríguez, una de las “chifleras” instaladas sobre la avenida Buenos Aires.

Como ella, otras tres comerciantes de las calles Max Paredes y Linares afirmaron que no hay que “mich’arse” (ser tacaños) a la hora de agasajar a la Pachamama.

“Algunos vienen y dicen ‘rebajame casera’. Claro, yo les rebajo, pero la Pachamama se enoja, porque es una sola vez que le damos de comer; en cambio, ella nos da alimentos todo el tiempo, por eso se molesta y ya no retribuye con afecto”, argumentó Carmen Bustillos, cuyo puesto está en la calle Max Paredes.

Añadió que algunas personas ya saben de esto, por lo que pagan sin reparos el costo real de las mesas, que oscila entre 25 y 200 bolivianos en la zona.

“Todas las mesas deben tener un feto, ya sea de llama, de chancho o de alpaca, porque es como la carne que se sirve en el plato. Si uno come sin carne, come sin sabor; asimismo come la Pachamama cuando le ofrendan las mesas sin el feto (sullu)”, explicó Elena Saravia, quien vende productos esotéricos desde hace 40 años en la calle Linares.

Las mesas

Según las tres entrevistadas, hay dos tipos de mesas: las blancas, que son para la salud, la prosperidad, la familia y los estudios; y las de colores, orientadas al negocio, la oficina, la fertilidad, el trabajo y otros.

Estas mesas son preparadas a vista de los clientes con los siguientes elementos: k’oa (yerba seca), lana y dulces de colores, mirra, pétalos de flores, azúcar, canela, incienso y copala (yerba), además del sullu, que es envuelto con papel dorado y plateado, en señal de riqueza.

Como novedad, este año aparecieron figuras hechas de azúcar, acordes a cada mesa o preparado. “Antes, éstos eran dibujados (en papel); ahora son pequeñas esculturas”, dijo Saravia.

Estas mesas se ofrendan a la Pachamama en las apachetas y cerros, todo el mes.

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