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lunes, 28 de mayo de 2012

Unos 80 niños caminan con sus padres en la IX marcha

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Caminata. En muchos tramos, los infantes deben caminar a la par que los marchistas mayores.
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En la marcha hay una natural división de las obligaciones. Como se ve en la foto, son las niñas quienes por lo común deben ayudar en la preparación de los alimentos.
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Especialmente en el tramo entre San Ignacio de Moxos y San Borja la marcha tuvo que avanzar bajo una intensa lluvia, en medio de caminos totalmente anegados.
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Los marchistas aprovechan las paradas en el camino para asearse y lavar su ropa. En la hacienda Altamira (foto) hubo varias líneas de tendidos de ropa.
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Es regla en las movilizaciones la alimentación colectiva de los marchistas. Aquí es clave la dirección y organización, sobre todo de las mujeres indígenas.
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El Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyo participa de la IX marcha desde su inicio, el 27 de abril. Los siguientes días aumentará el número de marchistas.
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En las pausas de la marcha, las madres indígenas aprovechan el tiempo para amamantar a los más pequeños; también para curar algunas dolencias suyas.
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Polémica. Para algunos, aprenden a querer su tierra, pero el Defensor del Pueblo pide no ponerlos en riesgo Fotos: Víctor Gutiérrez

La Razón / Paulo Cuiza / n san borja, beni

00:11 / 28 de mayo de 2012

Unos avanzan a pie y otros en brazos de sus padres, quienes dicen que así aprenden a querer y defender su tierra. El Defensor del Pueblo pide no poner en riesgo a los menores y la coordinadora de ANNI Bolivia, Julia Velasco, insiste en no involucrar a niños en conflictos.

Al menos unos 80 menores, entre niños, niñas y adolescentes, caminan con la IX marcha indígena que salió el 27 de abril de Trinidad, Beni, rumbo a La Paz, pidiendo, entre otras cosas, anular la Ley 222 de Consulta en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

El jueves 24, en pleno descanso, el nacimiento de mellizos “engrosó” la cifra de infantes y llamó la atención sobre su situación, pues han dejado de ir a clases para acompañar a sus padres. La madre de los mellizos, Carolina Moye, dijo que volverá a su comunidad para cuidar de sus “dos regalos”.

“Bajo nuestras costumbres los hijos deben estar con sus padres”, asegura la dirigente indígena Nazareth Flores. La presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (Cnamib), Judith Rivero, sostiene que los padres no pueden dejar a sus hijos en las comunidades. “Sería como dejarlos huérfanos”, afirma.

“Tenemos pena de los niños que marchan, pero los papás dicen que tienen que saber que estamos luchando por un territorio. Sabemos el sufrimiento, pero nuestra cultura nos obliga a estar con nuestros hijos. No podemos privar a la mujeres de sus niños”, agrega Flores.

La coordinadora de la Agencia Nacional de Noticias por los Derechos de la Infancia (ANNI Bolivia), Julia Velasco, insiste en no involucrar a niños en conflictos, porque “si hay violencia (represión) suelen ser las primeras víctimas”. Con respecto a su educación, asegura que debería haber maestros en la marcha. El Artículo 109 del Código del Niño, Niña y Adolescente considera maltrato cuando al menor “se lo utilice o induzca a participar en cualesquier tipo de medidas de hecho como huelgas de hambre, actos violentos y otras que atenten contra su seguridad, integridad física o psicológica”.

PERMISO. Armando Terán Bejarano, de 17 años, hijo de la dirigente Bertha Bejarano, dejó los estudios por acompañar a su madre, pero recalca que volverá cuando concluya el recorrido. “Me dieron permiso por un mes”, explica con una sonrisa.

Gary Canchi Moye, de 16 y de la Subcentral del Sécure, afirma que pidió permiso en su unidad educativa para la caminata. “Quiero llegar a La Paz, no queremos que destruyan el TIPNIS, por eso marcho”, asegura.

Otros 17 adolescentes, entre mujeres y varones, acompañan a los indígenas que reclaman al Gobierno la no construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.

Para la diputada indígena Blanca Cartagena, no es raro ver niños en las marchas. “Desde la marcha de 1990, los indígenas se trasladan con su familia. No hay con quién dejarlos y los padres cargan con todo”.

Según los propios marchistas, de los 80 menores, la mitad son niños. El clima causó en ellos resfríos y diarreas. Faltan pañales, afirma la encargada de logística, Matilde Noza.

En la VIII marcha un bebé de ocho meses falleció por infección intestinal y un adolescente de 13 años murió tras caer de una camioneta. En la IX marcha, la diarrea aumenta por la mala alimentación de las madres que amamantan a sus bebés, dice la enfermera Marycruz.

Germán Moze es padre de un bebé de tres meses. Está feliz por estar con él y con sus otros cuatro hijos: “Quiero que sepan que el padre participó de esta marcha”. La dirigente Rivero sostiene que las organizaciones recomiendan a las mujeres no traer a sus hijos, pero que ellas igual los traen.

Mujeres en gestación

Matilde Noza informa que hay unas siete mujeres embarazadas. Pidió ayuda para las mamás, ropa para ellas y leche y pañales para los futuros bebés.

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