Mil metros separan a dos bandos que no quieren ceder. La novena marcha indígena llegó hasta Algodonal, donde ubicó su trinchera para tratar de ingresar hasta el centro de San Ignacio. Pueden intentarlo hoy, o tal vez mañana, pero no renuncian a la idea de llegar hasta el templo misional para recibir la bendición de un cura.
Al otro lado, donde el camino hacia Trinidad se bifurca entre el centro de la población moxeña y la salida hacia San Borja, hay un grupo de 200 personas que aguardan detrás de una alambrada. Dicen que están ahí para garantizar que los movilizados tomen la ruta a San Borja, pero que si pasan el alambre, no se responsabilizan de lo que pueda pasar. Unos quieren que la carretera que pretende construir el Gobierno entre Villa Tunari y San Ignacio de Moxos no parta en dos el corazón del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). Los otros ven en esta exigencia una condena al atraso.
Ahora cada bando toma sus previsiones. Los medios de comunicación ya no tienen acceso irrestricto al campamento de la marcha, sino que una guardia indígena garantiza la intimidad de la movilización cuando los dirigentes se reúnen para definir sus siguientes medidas.
También los ignacianos se resguardan. Casi todos los accesos de la ciudad están alambrados y las juntas vecinales se han organizado para establecer un perímetro seguro para la población. Solo dos puntos quedan abiertos para conectarse con el resto de Beni.
Adentro, en el centro de la población, la mayoría de los negocios permanecen cerrados y ‘manadas’ de mototaxistas recorren las calles como una especie de policía de facto, obligando a acatar el paro cívico indefinido dictado por las instituciones ignacianas.
No hay espacio para la flexibilidad ni acciones sensatas en este escenario. Cuando la marcha llegaba a Algodonal, algunos mototaxistas en estado de ebriedad se acercaron hasta la movilización para insultar a los marchistas. La columna respondió con su grito de guerra: “¡Viva la novena marcha indígena!”. En Algodonal se han acomodado debajo de mangos frondosos y recibieron la solidaridad de la comunidad indígena llamada Argentina, que les donó una vaquilla para que recuperen energías.
En la vigilia moxeña, el grito “¡El Tipnis sí se parte!” y “¡queremos carretera!” ya se había vuelto general cuando Layda Núñez Moy, vicepresidenta del Tipnis, intentó pasar por el sector de la vigilia para entregar dos cartas. Iban dirigidas al alcalde, Basilio Nolvani, y al subgobernador, Sixto Bejarano. Les pedían garantías para pasar por el centro de la población, pero nunca llegaron a destino. Layda fue interceptada por la vigilia, que la obligó a bajar de la moto y a huir bajo amenaza de quemar la moto que la transportaba. Les exigieron que las cartas sean llevadas por los dirigentes Bertha Bejarano, Pedro Nuni o Fernando Vargas.
Layda creyó que habían roto la documentación, pero la tiene María Victoria Abularach, miembro del Comité de Defensa de Moxos, que niega que la hubieran agredido. Abularach dice que lo que el pueblo está haciendo no es un bloqueo, que la marcha puede irse por la circunvalación, sin que ingresen al pueblo.
Y Bertha Bejarano, presidenta de la marcha, dice lo contrario. “No voy a ir a exponerme ni ser presa fácil. No tengo nada que hablar con esa gente, yo no los represento. Yo soy presidenta de los indígenas de Moxos, no de ellos. No tengo que pedirles permiso para entrar en mi casa grande”, dijo. Para la marcha la reflexión es simple: si van por la circunvalación igual los van a agredir.
La sensatez tampoco llega del lado del Gobierno. El viceministro de Régimen Interior, Jorge Pérez, llegó ayer a San Ignacio y dijo que la marcha era de la Cidob, no de los indígenas. Aseguró que la movilización es menos legítima que la octava, que está integrada por más indígenas de tierras altas que de tierras bajas, que están ‘importando’ indígenas de otros países y sectores radicales de las ciudades. Eso sí, pidió que dejen pasar la marcha por donde quieran.
Con la tragedia servida, el asalto final depende de la Iglesia. Los marchistas esperan que lleguen hoy los obispos hasta Algodonal para ser testigos de su paso por el pueblo. San Ignacio de Moxos ya expulsó en 2004 al sacerdote Enrique Jordá y no se harán problema en echar a otros.
«Hay ánimo y coraje»
FERNANDO VARGAS / PRESIDENTE DEL TIPNIS
- ¿Por qué es importante pasar por San Ignacio de Moxos?
El pueblo de San Ignacio no es propiedad del alcalde ni es la hacienda de Juan Ramón Quintana para que lo alambre. San Ignacio es de los moxeños. Nosotros no podemos irnos por otro lado porque no somos maleantes, somos personas con dignidad y con respeto, queremos demostrar al pueblo que no vamos a entrar a hacer daño a nadie, sino que queremos entrar en la Iglesia, a escuchar misa en resguardo de la vida y la integridad de todos los que estamos marchando.
- ¿Ve fortaleza en la marcha para lograr el paso?
Más allá de los conflictos políticos veo que en la marcha hay bastante ánimo y coraje y eso es una fortaleza para mí y para el pueblo boliviano. Hemos dejado de lado los problemas políticos, más allá del bloqueo de San Ignacio, porque no es todo el pueblo ignaciano, son unos cuantos que están bloqueando con el alcalde. Lamentablemente, si algo sucede, quedará en la memoria que fue un indígena trinitario, que en 2010, en San Miguelito, dijo que no iba a permitir que dividan el Tipnis ni que los colonos se metan, nos dijo: “Vamos a estar con ustedes para defender el territorio”.
- ¿Ha incumplido su palabra?
Ahora está como el Gobierno central: en un Gobierno indígena se violan derechos indígenas, en un Gobierno municipal indígena se atenta contra la integridad de una marcha que va reclamando un derecho constitucional. No estamos pidiendo nada fuera de la ley. Estos problemas los dejamos en segundo plano, en primer plano está el coraje y la valentía de seguir luchando por los territorios, por la vida, por la biodiversidad. Lo que logremos ahora será lo que dejaremos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.
DE A PIE
- Representantes del Defensor del Pueblo llegaron ayer a San Ignacio a evaluar el escenario. Prefirieron no hacer declaraciones y evalúan la presencia de Rolando Villena.
- Los periodistas desplazados en San Ignacio de Moxos sostuvieron una reunión la madrugada de ayer con los dirigentes de las instituciones moxeñas para pedirles garantías.
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