la ritualidad al ancestro se cumplió en las REGIONES andinas y amazónicas DEL PAÍS. Miles participaron de una ceremonia cultural que trascendió las fronteras patrias
Edwin Conde Villarreal
Tiwanaku - Cambio
El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, al participar ayer del ritual del Willka Kuti o retorno del Sol, en el centro ceremonial de Tiwanaku, pidió “paz, igualdad, dignidad y una buena producción agrícola para que no falte el alimento”.
Junto a él, miles de asistentes recibieron la energía cósmica que llegó con los primeros rayos solares que aparecieron a las 07.19 en el lugar antes concebido como el centro político-ceremonial de la civilización tiwanacota.
El Primer Mandatario participó también en la preparación de las wajt’as u ofrendas que se entregaron a la Pachamama o Madre Naturaleza en las fogatas donde ardía el fuego sagrado. La celebración del ritual también marca el inicio de las labores agrícolas en el área rural.
Morales, acompañado del canciller David Choquehuanca, también pidió “alimentos” en el inicio de un nuevo ciclo agrícola y extendió las palmas de sus manos para captar los rayos del Tata Inti o Padre Sol.
Mientras que el vicepresidente de los bolivianos, Álvaro García Linera, participó en el ritual ancestral en Inkallajta, el legado de los incas más importante del país y que se encuentra en Cochabamba.
Desde allí, el Vicepresidente destacó su admiración por las civilizaciones andino amazónicas que antes de la llegada de la conquista española habían desarrollado tecnologías hidráulicas y producción masiva de alimentos, impensadas incluso para la Europa de ese tiempo renacentista.
Otro importante ritual también se producía en el Fuerte de Samaipata, en Santa Cruz, donde se cumplió con la ceremonia conocida como el Lucero del Alba.
En el sitio arqueológico que fue nombrado Patrimonio de la Humanidad existe una imponente roca que tiene una serie de tallados. La piedra es considerada como el petroglifo más grande del planeta.
Una serie de rituales dedicados al Año Nuevo Andino Amazónico, el 5519, se repitieron en diferentes lugares considerados ceremoniales.
La unidad en el rito al ancestro estuvo fundamentado en la búsqueda del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza y el resto del cosmos.
Los amautas o sabios aymaras repitieron en Tiwanaku la importancia de la complementariedad entre el hombre y la mujer o chacha-warmi para la continuidad de las generaciones.
En la región lacustre también se esperaron los rayos solares. Desde la isla del Sol, considerada sagrada, funcionarios del Viceministerio de Descolonización anunciaban a la Red Patria Nueva sobre los actos ceremoniales que se cumplieron junto a los pobladores.
De igual manera, en la ciudad de La Paz, en la plaza Tejada Sorzano del estadio de Miraflores, un grupo de personas recibió el nuevo ciclo solar. En el lugar se ubicaba el monolito Bennett, que actualmente está en el museo Lítico de Tiwanaku.
En cada una de las apachetas o cerros ceremoniales se reunieron las personas para extender sus manos en el ritual dedicado al Sol y que permitió también la autoafirmación cultural de los pueblos andino-amazónicos.
En Tiwanaku se rememoraron los rituales milenarios de las civilizaciones prehispánicas; como si se tratase de tiempos ancestrales se rindió culto al ancestro en la unidad de la diversidad fundamentada en la permanencia de las tradiciones que perduran junto a los pueblos del Estado Plurinacional.
Con los mitos también permanece el conocimiento ancestral, que está entre los vestigios arqueológicos que forman parte de nuestro patrimonio cultural.
Un ciclo más, el 5519, en el que el Tata Inti o Padre Sol retorna con su energía cósmica para renovar la fortaleza del ajayu o energía espiritual del ser humano, la familia y el cosmos.
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