El 21 de junio va ganando terreno. Hasta hace unos años, era sólo una fecha más dentro del calendario gregoriano con su accidente astronómico del solsticio.
En Bolivia es feriado por decreto del 17 de junio de 2009 del presidente Evo Morales. La designación de Año Nuevo Aymara, inicialmente, y año nuevo andino, posteriormente, se fue ampliando hasta convertirse también hace un par de años en el “Año Nuevo Andino Amazónico”. Por si fuera poco, los que defienden este calendario ya le asignan un año concreto: 5.519, un número simbólico en afán de reivindicar las culturas prehispánicas.
El antropólogo Wilfredo Camacho García, quien expuso hace unos días un seminario sobre este tema, explica que el solsticio tiene directa relación con el inicio de un nuevo ciclo andino en prácticamente todas las culturas andinas precolombinas, que tenían esta fecha como punto de partida para volver a comenzar el proceso de la siembra.
El calendario tiene más de 5.000 años, desde la cultura Tiwanakota. El templo de Kalasasaya expone 13 atalayas que muestran el número de meses en que esa civilización dividía el año, y que en conjunto daban 364 días. El último día del año era dedicado al sol.
Además, cuando los primeros rayos de sol hayan atravesado la puerta del sol el 21 de junio, habrá comenzado el “Willka Kuti” o retorno del sol.
Este mismo esquema fue adoptado después por las culturas kolla y quechua. En el caso de los incas en Perú, dice Yañez Vega que los dos festivales primordiales eran el Kapaj-Raymi (fiesta del Gran Poder) y el Inti Raymi.
Fue el intelectual peruano Carlos Milla Villegas, quien asignó al calendario andino los años que actualmente conocemos, y aunque estén basados en estudios, los mismos defensores de esta corriente reconocen que el año preciso tiene sólo carácter simbólico.
Se toma en cuenta 5.000 años de las cuatro primeras eras que ya habrían transcurrido desde la cultura tiwanakota. Cada era está compuesta de mil años, por lo que la quinta era estaría en plena vigencia. Los 519 años corren desde el arribo de Cristóbal Colón al continente americano. Como se ve es una cifra redonda, imprecisa y arbitraria para los detractores, pero simbólica y reivindicativa para quienes la defienden.
Desde hace un par de años, se busca extender el término a los pueblos amazónicos, con la idea de que las culturas andinas extendieron este calendario hasta pueblos orientales, como Samaipata e Incallajta, a los que se los supone santuarios incaicos con sus calendarios, impuestos a pueblos guaraníes.
Oriente
Samaipata, sitio arqueológico utilizado ancestralmente como un lugar de encuentro espiritual, declarado además en 1998 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, es uno de los escenarios principales donde se celebra el solsticio.
Samaipata, Tiwanaku, Cobija, Tarabuco, Sabaya, Illimani, Inkallajta, Uchumachi, Pasto grande, Pampa Aullagas, Challapata, Uyuni, Chulumani, Puerto Acosta, Cotagaita, Guanay, Caranavi, Huatajata, Suriki, Desaguadero, Betanzos, Villazón, San Lucas y Pocoata figuran entre los sitios rituales más conocidos en el país.
AÑO 5.519
Es una cifra simbólica, propuesta por antropólogos, basada en el hecho de que pasaron 5.000 años del nacimiento de la cultura tiwanakota, mientras que los otros 519 años se cuentan desde la llegada de Colón a América.
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