domingo, 9 de agosto de 2015

Norte de La Paz Pueblos indígenas se adaptan mejor a proyectos de desarrollo


Nuevas propuestas productivas, como la industrialización de la caña de azúcar y la exploración petrolera, llegan al Norte de La Paz.

Los proyectos productivos en el norte de La Paz, desde la industrialización de la caña de azúcar hasta la exploración petrolera y la redistribución de tierras fiscales, plantean retos a los pobladores, entre ellos a las comunidades indígenas, que han resultado con mayores capacidades para adaptarse a estos cambios, en comparación con los recién llegados o colonos, según una investigación realizada por el Programa de Investigación Estratégica.

La afirmación forma parte de la reflexión dentro de la investigación desarrollada por investigadores del IRD (Instituto de Investigación para el Desarrollo, por su sigla en francés) y la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), específicamente de la Carrera de Geografía, con el financiamiento de recursos del IDH, en la provincia Abel Iturralde en el norte del departamento de La Paz.

La geógrafa Leticia Perrier-Bruslé explica que la idea del trabajo era mostrar que con la elección de Evo Morales comenzó una era integracionista para el departamento de La Paz con su respectivo impacto en la población local. En los años 90, con la implementación de las políticas neoliberales, se abrió una época de integración y de auge conservacionista en el lugar, un proceso en el que muchas ONGs apoyaron la titulación de tierras para los pueblos indígenas.

La elección de Morales, en 2006, cambió totalmente el paradigma de integración, porque ya no son las ONGs las que actúan en el marco de una gobernanza local, sino que es el propio Estado aplicando nuevas políticas como: la construcción de una red caminera, la instalación de una planta azucarera, una nueva distribución de tierras fiscales para gente recién llegada, entre otras.

La investigación se orientó a indagar cómo los actores locales de la zona, entre ellos pequeños campesinos (antiguos y recién llegados) e indígenas, podían enfrentar el nuevo rumbo integracionista impulsado por el Estado boliviano.

Para la investigadora, los pueblos originarios como: los Tacanas, Araonas y Ese Ejjas asentados en el norte del departamento de La Paz, manejan mejor las herramientas de negociación y adaptación a estos cambios propuestos con los nuevos proyectos, con relación a los otros actores locales migrantes llegados de occidente en la época de la goma y en la década del 70; además de otros de origen extranjero.

Según la investigación, los indígenas tienen la seguridad de la propiedad de su tierra y de la posesión de su territorio cuando se trata de negociar con el Estado los fondos de compensación que vienen con el ingreso de los nuevos proyectos.

Perrier-Bruslé explica que los indígenas conocen las normas y el lenguaje que se utiliza en las negociaciones para introducir un nuevo proyecto de desarrollo, es decir que pueden negociar fondos de compensación por los posibles daños, aunque esto no significa que carecen de problemas tanto internos como de relación con los actores externos.

Lo cierto es que por ejemplo los pueblos indígenas, principalmente tacanas, están ahora frente al plan gubernamental de siembra de caña de azúcar en casi 10 mil hectáreas de la amazonía, además de la redistribución de tierras fiscales en la zona y la exploración petrolera, con los desequilibrios en la biodiversidad y sociológicos que esto podría acarrear.

De acuerdo a la investigación, los actores con menores posibilidades de adaptación son los pequeños campesinos recién llegados a la zona, paradójicamente y precisamente atraídos por estos planes de desarrollo. Si bien algunos llegaron en los años 70 junto al primer proyecto de construcción de la planta azucarera, los que arriban ahora carecen de capacidades para desenvolverse frente a otros actores, no participan en las comunidades, no tienen tierras tituladas, no manejan información y apenas pueden construir una casa de madera.

De acuerdo a la investigación el norte de La Paz es una región no precisamente periférica, sino de margen, es decir una zona alejada donde los actores tienen su propia autonomía de acción, por el aislamiento, pero no necesariamente con el dominio de un centro. “Lo que es interesante en el norte de La Paz es que vemos que no hay solo una relación de dominación del centro a la periferia, y tampoco todas las dinámicas vienen del centro, sino que vemos autonomía de acción de los actores locales, hay algunas dinámicas que se intentan en este margen y hay también una posibilidad de integrarse a varios centros y no estar en una relación de dominación con la sede de gobierno”, explicó.

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