No valió la pena salir de casa para ir de compras y adquirir agua embotellada, alimentos, fósforos y pilas en previsión de los improbables efectos finales del 21 de diciembre de este año.
Algunos grabados mayas de larga data se refieren a una inscripción comisionada en el siglo séptimo por el rey maya Pacal de Palenque (Sky and Telescope 2010), quien pidió que se celebrara el aniversario de su coronación en el futuro, en octubre del año 4772, que en nuestra civilización actual correspondería al año 5372. La cultura maya creía en la continuación de su imperio y de la vida por mucho tiempo más.
Qué pena para los catastrofistas contemporáneos que la finalización del calendario maya inscrita en el Monolito Estela Tres en Tecal, en Guatemala, no haya predicho en realidad el fin de la humanidad como la conocemos, sino sólo el fin de un Pictum en su modo de contar el tiempo.
Sin embargo, mucha gente tiene fascinación y cierto temor al no saber exactamente si una reciente supuesta alineación planetaria, ligada al grabado maya, pueda en realidad causar una catástrofe planetaria fatal para la Tierra. Aquí fácilmente podemos observar la conjunción de una superstición, sobre la cual el escritor J. Major Jenkins, en su libro La cosmogénesis maya 2012, empezó a especular al vincularla al día final.
En realidad, una alineación planetaria, con el centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia, como fondo, no tiene ningún efecto gravitacional pernicioso, ya que todos los planetas giran alrededor del Sol en órbitas y tiempos predecibles y con fuerzas gravitacionales estables dentro de nuestro sistema solar.
En el gráfico que acompaña este texto, se muestra dónde estuvieron los planetas del sistema el 21 de diciembre de 2012. Como se aprecia, no hubo tal alineación planetaria en esa fecha.
Distancias siderales
Alguna vez, cuando salimos al jardín o miramos el cielo nocturno desde una ventana, vemos cómo la Luna puede estar casi en dirección de Júpiter, Marte o Venus, pero imaginar una alineación perfecta de ocho planetas con el Sol, todos apuntando al centro de nuestra galaxia, es un sueño inalcanzable en la realidad, ya que los planetas están girando a distancias inimaginables y a velocidades diferentes cada uno.
Los planetas siempre mantendrán su propio curso de trayectoria orbital y aunque se alinearan, la fuerza de gravedad ya establecida entre ellos no será alterada en muchos miles de millones de años.
Por ejemplo, la distancia entre el Sol y la Tierra es de una Unidad Astronómica, es decir, 150 millones de kilómetros lineales; en esta distancia entrarían 13.000 Tierras si las ponemos una al lado de la otra. La distancia con Saturno es de casi 600 Unidades Astronómicas, es decir, de 7,8 millones de Tierras juntas. A estas distancias, es admirable cómo la gravedad y la velocidad de los planetas los mantienen juntos.
Catástrofes primigenias
En rigor de la historia cosmológica, podemos decir que los planetas, durante su formación primigenia hace cuatro billones de años, sufrieron innumerables catástrofes, ya que fueron absorbiendo mayor masa cuando atraían y colisionaban con planetésimos de todo tamaño, que recogían en su trayectoria circular alrededor del Sol, hasta que sólo quedaron ocho cuerpos gigantescos que habían barrido con todos los cuerpos más pequeños y, además, adquirido la masa y volumen que hoy observamos.
La era de colisiones catastróficas terminó y la Tierra llegó a desarrollar más tarde una capa de agua oceánica, una atmósfera respirable y luego se daría el nacimiento de vida unicelular y posteriormente multicelular (nosotros).
El grabado maya
Los calendarios, los grabados y las leyendas mayas de hace 1.400 años nos muestran que esta cultura creía que la vida iba a persistir y no hay razón para pensar de otra manera. Véase en el diagrama adjunto de la Estela tres puntos circulares y dos barras que significan el fin de ese calendario, tal cual si fuera sólo el punto final del capítulo de un libro y de ninguna manera el final del mundo.
Sin embargo, este histórico grabado maya es una muestra del deseo humano de medir el tiempo e imaginar el futuro. Agradezcamos a ese anónimo artista tallador maya que hace 14 siglos dejó esos símbolos calendarios en ese monolito y sin querer me inspiró a pensar en que tenemos que cuidar nuestro planeta, que puede ser frágil con la interacción despreocupada de sus habitantes.
Puede que algún historiador, descendiente nuestro en el sexto milenio, se tope con estos registros ancestrales y alce su copa una tarde de octubre en cumplimiento del gentil pedido del rey Pacal de Palenque, quien ascendiera a su trono del Imperio maya hace 4.772 años, en una frondosa selva tropical de Centroamérica.
*El autor es miembro de la Asociación Boliviana de Astronomía.
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lunes, 24 de diciembre de 2012
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