martes, 31 de mayo de 2011

Los weenhayek pescan botellas, los sábalos desaparecieron

Cerca de puente Ustárez, a 25 kilómetros de la ciudad de Villamontes, provincia Gran Chaco, al menos cinco familias weenhayek esperan sacar las redes que introdujeron al río Pilcomayo llenas de sábalo. Sus rostros no son de ansiedad, sino de preocupación.

Cerca del mediodía deciden sacar una. La red mide 110 metros de largo y 12 de ancho. Tres muchachos se lanzan al río y empiezan a jalar la red, otras ocho personas esperan en la orilla. Entre niños, comunarios indígenas y jóvenes conscriptos, empiezan a jalar cada vez con más fuerza.

La red estuvo en el agua cerca de 45 minutos, según nos dice tímidamente un indígena weenhayek. El fruto de la espera: una botella de plástico, una piedra y una rama. Ésa fue la “pesca” de ese momento.

Frustrados, salen del agua y enrollan la red nuevamente, para más tarde volverla a introducir al fondo del río. Al otro extremo, hay ocho indígenas, todos con sus esposas e hijos.

El panorama para ellos tampoco es alentador. En ese momento estaban arreglando su red, pues por las piedras del río, ésta se rompió.

Rogelio Nazareno es uno de los indígenas que se encuentra arreglando la red. Nos comenta con preocupación que no hay peces, esto porque hay una zona, río abajo, que está “trancado”.

“Estamos esperando que destranquen eso. Si no solucionan, nos tendremos que ir a casa, qué más podemos hacer”, dice con preocupación. Según Nazareno, los pescadores están organizados en un sindicato que tiene 60 miembros, aproximadamente, todos ellos indígenas.

El presidente de esa organización, José López, se trasladó hasta la laguna Bañado de La Estrella y Sunchal-Pampa, en Formosa, Argentina, donde la sedimentación está evitando que los peces sigan su cauce natural y, por ende, no lleguen hasta Villamontes. Fue con la esperanza de encontrar una solución inmediata.

Viven de la pesca

Nazareno comenta que este año ha sido crítico para los indígenas weenhayek, que viven de la pesca, ya que en años anteriores, de una redada sacaban más de 600 peces. Hoy sólo logran de dos a cinco pescados, sólo para el consumo de sus familias.

Según el pescador, más de 45 comunidades viven exclusivamente de la pesca “porque no hay más trabajo”.

Juanito es otro indígena que está a la espera de sacar la red que introdujeron en el río Pilcomayo. Él cuenta que vive de la pesca desde que era niño.

“Ahora no estamos completos, nos hemos dispersado por varios lugares. Es la única manera de poder pescar algo”, dice.

Juanito cuenta que antes, cuando sacaban más de 600 peces, vendían el producto desde un boliviano hasta diez bolivianos, porque había en abundancia. Incluso sus esposas ganaban algo de dinero, pues limpiaban peces y los dejaban “listos para cocinarlos”.

Ahora un pescado es vendido en 25 ó 30 bolivianos, dependiendo de su tamaño.

Mientras dos camiones, con grandes conservadoras para llevar pescado, se estacionan cerca del puente Ustárez. “¡Rogelio! ¿cómo es?, ¿cuántos pescados me vas a dar hoy?”, pregunta uno de los choferes.

Al constatar que aún no hay el producto deseado, los comerciantes se marchan con sus contenedores vacíos.

Mientras los grupos de pescadores vuelven a echar las redes al agua, las mujeres se encuentran en las carpas, a orillas del Pilcomayo, a la espera de recibir pescados para limpiarlos y ganarse al menos un boliviano por su trabajo. Entre tanto, cocinan los dos únicos pescados que lograron sacar durante la primera media jornada del sábado, los mismos que son distribuidos entre los niños, que son más de diez.

Teófilo, un taxista que recorre la ruta entre el puente Ustárez y la ciudad de Villamontes, dice que ese panorama desalentador para los indígenas se ha visto las tres últimas semanas. Y es que el pescado ya no se lo ve, ni siquiera en los mercados, situación que también afectó a las comerciantes minoritarias y a los transportistas, pues ya no tienen clientes.

“Ya no hay pescado, entonces por eso la gente ya no va a comprarles. Antes, en esta fecha, Villamontes estaba lleno de comerciantes y personas que venían de todo lado a comprar pescado, ahora está vacío. Y lo poco que hay está caro”, sentencia.

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