domingo, 8 de mayo de 2011

Los matrimonios ceremoniales reafirman identidad del pueblo

La ceremonia de casamiento que unió ayer a más de 300 parejas en La Paz reafirmó la identidad de los pueblos, que rememoraron en un ritual las tradiciones ancestrales cimentadas en la complementariedad que debe existir en el ser humano jaqi-warmi (hombre y mujer) con el resto de la naturaleza y todos los seres del cosmos.

Los novios y novias llegaban con gran entusiasmo al coliseo cerrado Julio Borelli de la hoyada paceña, donde los colores de sus vestimentas típicas de los pueblos iniciaron la celebración pluricultural.

Los amautas o sabios aymaras fueron los primeros en ingresar en el centro del campo deportivo con sus sahumerios e inciensos, según ellos para limpiar las energías y pedir permiso a la Pachamama o Madre Naturaleza para que se cumpla con el ritual ancestral.

“Ni en Bolivia ni en el resto del mundo se ha visto esta forma de matrimonios. Por eso quiero felicitar a nuestros amautas por la ceremonia, deseando siempre éxitos a todos quienes se casan y se juntan en la vida”, dijo el presidente Evo Morales, quien fue el invitado especial y el padrino del matrimonio colectivo.

El entusiasmo del festejo también fue motivado por la música proveniente de los k’antus de Charazani y de los sikus del pueblo de los Carangas. El ritmo de la saya afroboliviana también contagió de alegría a los miles de asistentes.

El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, destacó que en el país existen 36 naciones y formas de pensar. “La nueva familia tiene como base de su consolidación las relaciones horizontales, sin violencia sexual, física o psicológica, y en una responsabilidad compartida”, enfatizó Cárdenas, quien junto a su equipo del Viceministerio de Descolonización organizaron —por primera vez— el ritual ancestral de casamiento.

El colectivo cultural Teatro Albor, de la ciudad de El Alto, escenificó con danza y actuación la conquista de los españoles. Los comunarios asistentes a la ceremonia no dejaban de hacer flamear las wiphalas, que reflejaban un importante motivo de festejo: el casamiento de centenares de parejas; entre ellas había un nicaragüense que se unió a una aymara.

También asistieron representantes del pueblo mapuche de Chile y otros de Argentina. “Al ver tantas parejas, quiero decirles que hasta quiero casarme”, dijo Morales.

Para el Primer Mandatario, la unión representa el inicio de la descolonización para recuperar la identidad de los pueblos.

La ceremonia, en su acto central, se caracterizó por el ritual milenario, en el que los amautas cumplían con sus recomendaciones a las parejas provenientes de La Paz, Oruro y del norte de Potosí. El grupo mayoritario fue el de los chipayas, que pertenecen al pueblo Uru-Chipaya, cuyo origen se remonta aproximadamente a 2.500 años antes de nuestra era y es considerada la cultura más antigua de América.

También se unieron las parejas de la región de Khara Khara de Carangas y de otras poblaciones potosinas.

Al final del acto, los recién casados salieron a la calle México para cumplir con la ceremonia final, en la que participaron los familiares, amigos y amautas.

El ritual estuvo caracterizado por la diversidad de los pueblos y su identidad.


Del ayllu a la gran comunidad

Es sabido que en la comunidad cuando “la pareja se casa, casa quiere”, dice la tradición de los pueblos.

Según el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, este hecho proviene de la lógica comunitaria que convierte al ayllu en la “gran comunidad” estatal, y la gran comunidad no abandona a la familia.

La vivienda como derecho fundamental se constituye en una preocupación estatal de primer orden. “El programa Matrimonios Colectivos desde Nuestra Identidad del Viceministerio de Descolonización tiene una consistencia en materia de política pública, que puede servir para América Latina”, dice Félix Cárdenas, quien asegura que la familia nace con la preocupación del propio Estado y no es abandonada.

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