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lunes, 20 de septiembre de 2010

Equinoccio de primavera y el inicio de los rituales agrícolas

El 21 de septiembre comienza el ‘Sataw lapaka’, que es la época de la siembra en los terrenos preparados; también es el Warmi Pacha o tiempo de la parcialidad femenina.

Edwin Conde Villarreal

La llegada de la primavera el 21 de septiembre es celebrada usualmente con regalos y flores entre los enamorados, pero el hombre de los Andes, desde la época prehispánica con la capacidad de identificar los periodos del tiempo, realiza rituales por el equinoccio primaveral dedicados principalmente a la agricultura.

La fecha marca el llamado el Sataw Lapaka con ofrendas y rituales, también para el festejo de la Koya Raimi o fiesta de la reina, al coincidir algunas celebraciones de vírgenes en la región altiplánica. Septiembre, principalmente, es el mes por excelencia de la siembra y de la esquila de los animales.

El calendario andino está basado en los solsticios y los equinoccios; las civlizaciones prehispánicas dividieron el tiempo fundamentalmente por la actividad agrícola, identificaron los movimientos estelares, lo que les permitió reconocer temporadas de sequía y de lluvia.

Los rituales dedicados exclusivamente a la Pachamama (Madre Tierra) que se cumplieron en agosto terminan y según las leyendas la misma Pachamama ‘despierta’ de su descanso y está lista para ser nuevamente sembrada.

Los comunarios del altiplano inicialmente comienzan con las primeras siembras en los sitios altos con la papa, oca, quinua y cebada, que dependen básicamente de la lluvia, la que llegará en diciembre y que es importante para la agricultura.

Los antropólogos dicen que la cosmovisión andina divide el calendario en dos períodos: el Awtipacha, o tiempo seco, que se identifica con lo masculino, y el Jallupacha, tiempo de lluvias, que se identifica con la parcialidad femenina.

La dualidad y el equilibrio son elementos que sobresalen de la forma que tienen de concebir el ‘cosmos’ los pueblos de los Andes.

El filósofo aymara y director de Protocolo de la Cancillería del Estado Plurinacional, Fernando Huanacuni, considera que el equinoccio de primavera marca una transición importante y que no solamente incumbe a la agricultura en el campo. “Nosotros somos los más grandes agricultores de nuestras vidas, por lo que hay que ser cautos en esta época”, dice el investigador.

La parcialidad femenina o Warmi Pacha se inicia con el Sata Qallta o Sataw lapaka, la siembra, que señala el tiempo de la mujer, de lo femenino, de la Pachamama, de la fertilidad, del tiempo de lluvia y sobre todo tiempo de siembra y de acción, agrega Huanacuni que es originario de la comunidad Sariri.

El investigador recomienda a la población en la época del Sataw lapaka, tener claridad en lo que se va a decir, hacer, generar y por dónde se va caminar.

Ésta es la época de siembra en nuestro cotidiano vivir, que se relaciona con el pensar, sentir e incluso nuestro ‘no hacer’; es una siembra que también tendrá una cosecha, la que tendrá un resultado que dependerá según lo sembrado, reflexiona Huanacuni.


OFRENDAS

Reflexión. El periodo del sataw lapaka es reflexivo, por lo que implica tener claridad en lo que se va a decir, hacer, generar y por dónde caminar.

Esquila. En esta temporada se corta la fibra de lana de los camélidos y también del ganado ovino en una ceremonia ritual.

Siembra. Existe una serie de rituales que se cumplen en el área rural, al inicio de la siembra, que pueden ser dirigidos por las mujeres en la ceremonia.


‘Wiñay Pacha’ y la espera a los familiares

En la temporada del Sataw lapaka que comienza el 21 de septiembre, también se cumple una celebración especial llamada el Wiñay Pacha, cuando cada familia prepara un lugar para recibir a sus seres queridos que ya han partido hacia el Wiñay Marka o ciudad eterna. La celebración es conocida en las ciudades como la fiesta de Todos Santos.

El Warmi Pacha o tiempo de la parcialidad femenina durará hasta el 21 de marzo cuando se inicie el Chacha Pacha, la época del varón, de lo masculino, tiempo en que se deja descansar la tierra y es tiempo de mirar las estrellas, tiempo de reflexión, de introspección, para otra vez preparar la nueva tierra y volver a sembrar completando así el ciclo agrícola que se remonta desde la época prehispánica en la región de los Andes que incluye varios pueblos de Sudamérica.

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