Daniel Aeguzu es un hombre algo mayor y respetado en Ascensión de Guarayos. Muchos lo reconocen, le hablan de usted y le dicen profesor con esa cierta dosis de cariño/admiración que solo dan los años de trabajo. Pero ni eso, ni su condición de dirigente de la comunidad originaria San Silvestre, le hace fácil el camino para obtener un pedazo de tierra. Ni siquiera le garantiza poder reunirse con Eladio Uraeza, presidente de una de las dos Centrales de Organizaciones de los Pueblos Nativos Guarayos (Copnag). Él está esperanzado en que a su comunidad le toque algo de las 200.000 hectáreas que pasarán a la TCO Guarayos producto de la devolución de cuatro áreas forestales, tres de La Chonta y una de Don Víctor, pero teme que esa cantidad quede en manos de los colonos, como ha sucedido con buena parte de las 1,4 millones de hectáreas tituladas a favor de la TCO Guarayos.
Jaime Cuñanchiro proviene de un largo linaje de solfas guarayos y ahora es presidente del Comité Cívico de su provincia. Dice que la TCO no está beneficiando a su gente, que más de la mitad de los guarayos no tienen tierra y que todo ha quedado en manos de malos dirigentes que se han dedicado a vender las tierras y a beneficiarse del casi millón de hectáreas que hay con el plan de manejo forestal. Parece exagerado, pero no lo es. Incluso Uraeza lo reconoce y dice que los jóvenes se han quedado sin tierra. Así, en menos de 10 años, se esfumó el sueño de tener tierra para repartir a los guarayos por medio siglo.
Grandes pescadores
Hace menos de una década, Guarayos era la última frontera agrícola cruceña. Con la TCO en pleno trámite de saneamiento, se denunciaron conciliaciones entre la dirigencia de la Copnag y empresarios agropecuarios que, según la investigación de Alicia Tejada, logró titular medio millón de hectáreas por las que se pagaron $us 1,1 millones para encubrir incumplimientos de la Función Económica y Social (FES). Sin embargo, eso no se ha detenido, sino que ha empeorado.
Ahora hay dos Copnag, una reconocida por el Gobierno a la cabeza de Uraeza y otra reconocida por la Cidob de Adolfo Chávez, comandada por Johnny Rojas. Uraeza y Rojas cruzan acusaciones con el mismo tenor: venta de tierras, negociados con extranjeros y falsificación de documentos para beneficiar a los que se están loteando la TCO.
Uraeza dice que la justicia está tras los pasos de Rojas por falsificar documentos y organizó una marcha en la que lo acusó de vender tierra. Rojas lo desafió de manera pública a ir a los predios que supuestamente vendió y a que juntos obliguen a salir a los ocupantes ilegales de la TCO, pero no obtiene respuesta.
En cambio, Rojas le ha ofrecido a Uraeza una lista de comunidades fantasmas y recortes de propiedades devueltas a los terceros (empresarios) que deberían estar en manos de guarayos. En lo único que ambos coinciden es en el diagnóstico del problema: de los 1,4 millones de hectáreas titulados a nombre de los guarayos, casi un millón se encuentra como manejo forestal indígena, 80.000 son zonas agrícolas en manos de originarios y más de 300.000 hectáreas ya están en poder de empresarios cruceños, colonos del occidente del país y empresarios extranjeros (menonitas, rusos y brasileños, principalmente).
Esto ha creado un dinámico mercado paralelo de tierras en la provincia. Basta con poner en un buscador de Internet “propiedad en Guarayos”, para darse cuenta de ello. Salen varios resultados y con ciertas características comunes: título en trámite en el INRA, pero con resolución del directorio de la Copnag que avala la posesión. En algunos de los casos va más allá y ofrece una cantidad de hectáreas adicionales como regalo.
Según Rojas, esas hectáreas adicionales son el recorte de la propiedad fruto del saneamiento que está en manos de los empresarios, ya que la negociaron con Uraeza y su dirigencia. “Ellos dicen, ‘nosotros tenemos convenio con el ministro Quintana’, y hacen negociados. A nosotros nos quisieron sacar de la dirigencia porque paramos esto”, explica.
La mayor parte de la madera que queda en los bosques guarayos es blanca. Lo más valioso ya fue saqueado
Uraeza no niega que esto ocurra, pero asegura que fueron los anteriores dirigentes los que firmaron estas resoluciones. Rojas también acusa a la dirigencia de Uraeza de crear falsas comunidades. Da dos ejemplos, Iwarazapucai y Las Yaris, que figuran como zonas agrarias a nombre de indígenas guarayos, pero que en realidad están en poder de colonos venidos de San Julián, Yapacaní, Cuatro Cañadas e incluso Bulo Bulo.
Cuñanchiro prefiere no dar nombres, pero cuenta una historia similar. A ello le agrega lo que está sucediendo con los manejos forestales, que asegura que no benefician a todas las comunidades, sino a los dirigentes que los tramitaron. “Pueden figurar 80 personas en un manejo, pero los que se quedan con la plata son ocho. La TCO debería vivir de estos manejos, debería generar más recursos que la Alcaldía para construir casas y escuelas”, cuenta.
Sin protección
Tejada, que cree que en realidad son 500.000 hectáreas las que ya se han privatizado en la TCO Guarayos, considera que el Estado abandonó a su suerte a los indígenas cuando no tenían aún capacidad institucional para administrar su territorio. Y los abandonó en una zona muy fértil. Jorge Santistevan, presidente de los madereros de Guarayos, ve cómo su negocio se esfuma con cada año que pasa. Dice que una mano invisible trajo progreso pero también depredación cuando llegó la carretera asfaltada y el tendido eléctrico. Esa mejora de condiciones llevó consigo una gran demanda de tierras de los colonos de San Julián, de los empresarios ganaderos y agricultores cruceños y de emigrantes rusos y menonitas.
“Esto nos ha creado muchos problemas. Incluso ha creado enfrentamiento entre los propios hermanos guarayos y ya no queremos que pase. No vamos a encubrir a personas y dirigentes que han entregado nuestra tierra”, dice Uraeza. Rojas es más pesimista. Dice que muchos de sus hermanos se han acostumbrado a negociar sus parcelas, de desmontar una zona e ir a ofrecerlas a San Julián, Cuatro Cañadas y Yapacaní. “Ya casi no encontrará a ningún guarayo con tierra cerca de los centros poblados. Ahora están hasta 100 kilómetros dentro de la TCO”, describe.
Para solucionar este problema, solo ve una salida: expulsar a los que se han asentado de manera ilegal dentro de la TCO. Según la Constitución, un territorio indígena es imprescriptible, inembargable e indivisible, pero en la realidad lo que manda es el dinero y la capacidad de corromper
Protagonistas
Eladio Uraeza
Presidente De La Copnag (GOB.)
Negocian Todo
En el sector del pueblo guarayo no hay mucha producción. Lamentablemente, la gente se está dedicando a negociar su tierra, su parcelita, Prefieren aprovechar la oportunidad. Algunos se han amañado y negocian toda la comunidad. Como dirigencia joven nosotros no lo podemos permitir.
Johnny Rojas
Presidente De La Copnag (CIDOB)
Proliferaron Las Propiedades
El gran error de la anterior dirigencia fue permitir que le titulen la TCO por pedazos. Le dieron tiempo a los empresarios de cumplir la FES. Cuando se inició el saneamiento había solo 334 propiedades privadas en todo Guarayos. Hoy hay miles. Las conciliaciones las hacían los dirigentes y Fegasacruz.
Guillermo Santistevan
Presidente De Los Madereros
En 10 Años Se Comieron Todo
Las concesiones madereras comenzaron a desaparecer cuando llegó la carretera y la electricidad. Ha habido una conversión agraria. Basta subirse a un avión o a un programa satelital para ver que en solo 10 años todo el monte ha sido comido por maquinaria, por las orugas.
Jaime Cuñanchiro
Presidente Del Comité Cívico
No Cumplen Con Su Función
La dirigencia no está cumpliendo con los guarayos. La TCO debería ser un apoyo para los indígenas y en la administración de recursos naturales que deberían convertirse en redinero para hacer caminos y escuelas. Van 10 años de la demanda de TCO y seguimos esperando la esperanza.
ANÁLISIS
Reclutan grupos de las zonas colonizadas
Willan Cortez / Radio Santa Cruz De Guarayos
Hay muchas nebulosas en el manejo que los indígenas hacen de la TCO. Los recortes del INRA han sido negociados por los mismos indígenas. Cuando hay tierra disponible, la hacen desaparecer rápidamente. De inmediato se crea una asociación con gente de San Julián, Cuatro Cañadas o Yapacaní y la ocupa. Pero vienen acá no porque no tengan tierras, sino que ven la oportunidad de recambio. Venden su tierra cansada de las zonas de colonización y con ello compran tierras nuevas en Guarayos. Eso lo hacen comprando dirigentes.
La forma de operar es simple. El INRA, en el momento del saneamiento, hizo pericias de campo y determinó la cantidad de tierra que se debía tocar a cada poseedor por el cumplimiento de la Función Económica y Social. Por ejemplo, si tenía 4.000 hectáreas y solo había desmontado 200, le consolidaban 500 y 3.500 se recortaban o se revertían. Los únicos que sabían eso eran los dirigentes indígenas, la Copnag. Ellos fueron los que se dedicaron a reclutar gente en Cuatro Cañadas, Yapacaní y San Julián para venderles la tierra. Traen equipos completos, y les cobran. Ellos después se encargan de legalizar la tierra. Incluso se han detectado focos de gente de Urubichá, que no estaba metida en este asunto, pero que ya ha entrado en el comercio de la tierra.
Pese a todo, el negocio forestal sigue siendo el fuerte de la provincia Guarayos, pero luego de la presión ejercida por la ABT para eliminar a los piratas e ilegales, el negocio se ha contraído y muchos se volcaron directamente al tráfico de tierra. Acá, en Ascensión, todos saben quiénes son.
Terrenos que producen 3,5 toneladas de soya por hectárea a cambio de seis motos chinas
Reynaldo Peters tiene de qué estar orgulloso. Desde hace ocho años se asentó en la colonia Nueva Ascensión, cerca del río San Pablito, en Guarayos, y sus campos lucen verdes, tupidos de soya. Hay tablones que le producen 2,5 toneladas por hectárea, pero la mayoría le produce hasta 3,5 toneladas. El arroz y el maíz también crecen como una bendición.
Peters y el resto de los menonitas compraron una estancia hace ocho años, pero con el tiempo se extendieron a tierras de la TCO, según denuncia Johnny Rojas.
Eladio Uraeza lo reconoce, pero asegura que ahora aportan a la organización. Como compensación por ocupar y trabajar tierras que dan hasta 3,5 toneladas por hectárea de soya, los menonitas han donado seis motos chinas, marca XR, a la organización indígena guaraya. La tierra no es suya, pero podrán producirla por los próximas 40 años.
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