El solsticio de verano que da paso al tiempo de la fertilidad y fecundidad, y a la fiesta de la abundancia, será recibido hoy con una ceremonia ancestral y aymara que ha sido organizada por el Ministerio de Culturas.
En el hemisferio sur, el cambio de estación se marca con el solsticio de verano. Durante los próximos tres meses, los días serán más cortos y las noches más largas, según Cancio Mamani, jefe de la unidad de Antropología del Viceministerio de Descolonización.
En el mundo aymara el primer amanecer del verano abre el tiempo de la Pachamama. “Es la fiesta de la femineidad y fertilidad; es tiempo de la luna y de la Madre Tierra”, explicó la autoridad a La Razón.
Para la ceremonia de la Madre Tierra, que se realizará a las 11.00 en el Viceministerio de Culturas, se prepara una wajta (ritual) en la que se recibirá a las illas (deidades) que se encuentran en la wak’as (lugar sagrado). En el acto se dará una explicación sobre el proceso de descolonización que se inició en el país hace cinco años.
Mamani reconoció que es difícil implementar los cambios de manera inmediata. Es la razón por la que estos años no se celebró el solsticio de verano, por su cercanía a las fiestas de Navidad.
“No hay un sincretismo entre la Navidad y el solsticio de verano, pero respetamos la coexistencia de las dos tradiciones y actividades”, afirmó.
Según el antropólogo, la explicación será parte del ritual que se realizará en el Palacio Chico, “porque al lado del árbol navideño realizaremos nuestra wajta a la Pachamama”. Mamani explicó que a partir de esta fecha existe toda una conjunción entre lo que significa la fertilidad vinculada a la mujer y a la Madre Tierra; la fertilidad relacionada a la luna y el agua; y la abundancia ligada al Ekeko.
Sobre esta deidad, el historiador Milton Eyzaguirre sostiene, de acuerdo con una investigación que fue publicada por el PIEB, que “el Ekeko es el dios Tunupa y en el contexto andino representa a las aguas, lo que significa, en la tradición popular, un elemento importante para la siembra y la cosecha; para la fertilidad de la tierra y la abundancia de la producción de alimentos”.
Pero dentro de la práctica aymara la fecha previa al solsticio de verano es el 30 de noviembre, día en que recibe la época de lluvias con una serie de actos rituales que son desarrollados en las comunidades; posteriormente se prepara el cambio de autoridades, “porque nosotros estamos a medio año, estamos en época de evaluación”, detalló Mamani.
El antropólogo reiteró que al ser ésta una fecha dedicada exclusivamente a la mujer, en las áreas rurales se festeja a las madres. “Tenemos que recuperar y fortalecer nuestra fuerza de la femineidad, nuestra alma y nuestra espiritualidad, desde la cosmovisión cosmocéntrica”, dijo.
La propuesta del Estado hacia el “vivir bien” consiste en poner en práctica estas leyes naturales: el ayni o reciprocidad, equilibrio, complementación y consenso. “Con la práctica de estas leyes naturales superaríamos las evidentes prácticas de racismo, discriminación, patriarcado y colonización”, finalizó.
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