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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Sistemas numéricos de aborígenes son finitos pero no estáticos



Los sistemas numéricos de los aborígenes australianos son finitos, aunque no estáticos porque "ganan y pierden números" con el tiempo, según una investigación sobre las lenguas de los indígenas del país oceánico publicada hoy.

Los autores de este estudio, Claire Bowern y Kevin Zhou de la Universidad de Yale, analizaron la evolución de las lenguas modernas de los indígenas australianos para este estudio, publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society B.

Bowern, graduado de la Universidad Nacional Australiana, utilizó un banco de datos con material que recopiló durante ocho años con más de 750.000 palabras indígenas provenientes de más de 350 lenguas habladas en Australia, según la cadena local ABC.

El estudio de Bowern y Zhou se centró en el sistema numérico de la llamada familia de Pama-Nyungan, que incluye casi 70 por ciento de las lenguas australianas y cubre un 90 por ciento del territorio del país oceánico.

Este trabajo les permitió observar la evolución de los sistemas numéricos a través de miles de años, explicó Bowern en declaraciones citadas por la ABC.

En la mayoría de las lenguas aborígenes se observó que tenían un límite máximo numérico que no sobrepasaba el 5, pero que algunos casos el tope iba más allá del 10.

"Al parecer, las lenguas que tenían un límite superior al cinco registraron muchas ganancias y pérdidas de números", e incluso el tope podía variar, comentó Bowern, al aclarar que esta situación tiene sentido en la medida en que estas sociedades no tenían la necesidad de contar más allá de cantidades pequeñas.

El estudio también notó que los sistemas de escolarización contemporáneos han cambiado los sistemas numéricos de las regiones del desierto central y occidental, que han pasado de un concepto finito a uno infinito.

"Se han creado nuevos números basados en la forma de los símbolos ingleses", acotó la investigadora.

Por ejemplo, la palabra equivalente al siete proviene de un tipo de bumerán que tiene un lado más largo que el otro, la del ocho se vincula con la vaina de semilla y la del nueve a un cubilete.

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