En lengua chiquitana el título significa ‘hecho con amor’. Es una de las frases más conmovedoras de la lengua nativa y es por un motivo. Se le atribuye al “hacer femenino”. Quise citarla ahora porque resume el espíritu de las mujeres que llevaron sus empresas a la Expocruz. Todas con gran actitud empresarial, verdaderos soldados del progreso que ‘lo dan todo’ con ese desprendimiento que solo el amor lo hace posible. ¿Acaso se las puede definir mejor? Hacen las cosas a mano generando alternativas para los demás. Compatibilizan el trabajo remunerado con el amor y la dedicación. Apuestan por su sueño y salen adelante. Trabajan como locas. Hacen grandes sacrificios, pues el éxito, dicen ellas mismas, no es la meta sino el camino. Saben que el sacrificio será una parte siempre. Mezclan formas, figuras, colores. Hacen colecciones de historias. Convierten lo técnico y lo funcional en un producto. Transforman cosas. Crean cosas.
Comparten. Son independientes. Usan materia prima y mano de obra excelente. Mejor si es de acá. Enseñan herramientas de trabajo a los demás. Piensan en los demás mientras crean e innovan. Miran el mundo y lo entienden. Miran a nuestra gente y la entienden. Y la aceptan. Usan su capacidad de empatía. Resuelven problemas y dirigen un tremendo andamiaje en beneficio de todos.
¿Hay cómo definirlas mejor? Ellas hacen equipo y proyectan el crecimiento. Comparten los que hacen. Comunican lo que hacen y valoran su trabajo de primeras. Luego hacen que los demás lo valoren. Lo muestran, lo venden y vuelven a empezar. No es nada facil, pero lo hacen. Son empresarias bolivianas. ¿Sos una de ellas? ¡Pilas chicas!
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