lunes, 21 de octubre de 2013

Un viaje a la nación milenaria de los Urus

APOYO CÍVICO Y MORAL

MUJERES COMPROMETIDAS

Desde hace 22 años, las damas que componen una destacada institución cochabambina, han visitado reiteradamente varias poblaciones fronterizas, lejanas y empobrecidas, llevando un importante material cívico - educativo en calidad de obsequio, con el único objetivo de apoyar en escuelas rurales a niños de escasos recursos, ampliando sus conocimientos sobre nuestra Patria y motivándolos al estudio, el esfuerzo y deporte.

La agrupación denominada Asociación de Esposas de Diplomados en Altos Estudios Nacionales (civiles y militares) -AEDAEN- presidida por la señora Delma Arguedas de Trigo, realiza esta labor altruista con recursos propios de las socias y, muy especialmente con gran voluntad fraterna, determinación y dinamismo. Organizan y efectúan viajes, a veces largos, por vía terrestre y fluvial a lugares fronterizos, recónditos, que suelen estar olvidados o ignorados por sus compatriotas, autoridades y gobernantes.

Este año visitaron dos sectores. El primero, muy cerca de la ciudad de Cochabamba, apenas a 45 minutos, pero pese a ello, la escuela de tres aulas (una de ellas funge como cocina), con 40 alumnos de primaria que llegan desde la serranía despoblada e inhóspita. Infraestructura precaria, escasez de material didáctico, niños sin uniforme ni guardapolvo, con zapatos grandes amarrados con cordones alrededor del pie, otros con abarcas. Ni siquiera reciben el desayuno escolar. Pese a tener basureros rústicos, toda la basura dispersa. En fin, un indicador de muchas falencias ¡tan próximo a la ciudad!

El segundo viaje, un periplo de tres días, a fines del mes de agosto. Estuvieron en las poblaciones, al parecer algunas de las más deprimidas del país, Llallapallani, Vilañeque y Puñaka Tinta María, que corresponden a la "Nación

Pueblo Milenario de los Urus" dispersos en las riveras del lago Poopó, con una cultura e identidad propia, cuyos orígenes se remontan a miles de años atrás. Se asentaron en las orillas del lago pero también sobre las mismas aguas donde construyeron las famosas islas flotantes, con totora que abundaba, y sobre las que vivían. Cazaban y pescaban, pero en aquellos tiempos, esas tierras, hoy áridas y salitrosas, eran fértiles para producir quinua, alfalfa, cebada, forrajes nativos que abastecían a su ganado, rebaños de alpacas, llamas y vicuñas de cuya lana hacían sus maravillosas vestimentas peculiares de uso diario.

Hoy, con su capital ocupada por aimaras asentados sobre las ruinas de sus ciudadelas, subsisten los Urus en unas, cada vez más reducidas "regiones refugio” (según Gonzalo Aguirre B ) en nuestro país.

La observación personal que hicieron las damas de la AEDAEN en este viaje, comprueba con gran tristeza que los camélidos (llamas, vicuñas, alpacas) son tan escasos que no se observó ni uno solo en todo el trayecto. Lamentable sería lo que parece, es decir, que se esté produciendo una extinción sistemática, ya que la carne de llama se comercializa indiscriminadamente y sin controles aparentes en la zona o, con la realización de criaderos con intereses privados, de ONG’s y particulares con ese mismo fin, pero sin beneficio alguno para los pobladores originarios locales.

También se observó la escasez de ganado ovino (ovejas) por toda la zona. Sí algunos esporádicos hatos vacunos. Lo que abunda son grandes extensiones de th’ola, yareta y paja brava. Ni rastros de quinua, cebada, habas o papa. Podría deberse a la estación del año.

Sin embargo, lo que fueron un día aguas fructíferas del lago Poopó, hoy son blanquecinas y saladas tierras, áridas y desérticas. Aquello, explican algunas autoridades originarias con las que conversaron, se debe a las escasez de forraje nativo o introducido y, afirman que el uso del suelo para el área agrícola o de pastoreo es casi nula por la disminución del agua y el aumento de la sal en el lago y, además la escasez de humedad y lluvias en la zona.

Otro aspecto que verdaderamente llama la atención es que el pueblo Uru del lago Poopó, que hasta la fecha está luchando ferozmente por sus reivindicaciones omitidas por siglos, según el PDR "no ha podido sostener y fortalecer su identidad cultural. Los choques culturales en su entorno han provocado los grandes procesos de aculturación más trágicos; al presente solo, un anciano aun precariamente mantiene su lengua (habla puquina), el resto de la población ha sucumbido al embate lingüístico, primero en lengua aimara y, hace aproximadamente medio siglo, asimiló la lengua quechua".

LA VIDA COTIDIANA

Los niños, que hablan castellano, cantan el Himno Nacional en quechua aunque se puede afirmar que no comprenden lo que dicen. Lo mismo, cuando cantan en castellano, hablan "galimatías” (palabras incomprensibles) que no tienen ningún significado, con los acordes desafinados y carentes de

 toda emoción patriótica. Los niños Uru visten influenciados por la globalización: chamarras, buzos, gorras, zapatillas plásticas. A la escuela de Lallapallani, que muy bien refaccionada data de 1950, asisten todos con uniforme, las niñas con faldas plizadas, todos con zapatos negros y chompas de manufactura industrial, la infaltable mochila china. En esta región subsisten un par de viviendas Uru de adobe con su incomparable característica circular y techo de paja, pero la mayoría ya son habitaciones rectangulares con techo de calamina y, una que otra mala imitación de ladrillo. Recientemente en esta comunidad de Llallapallani se está construyendo la plaza del pueblo.

La escuela en Vilaneque también data de 1950, pero las aulas desde entonces permanecen intactas, es decir con el piso de tierra, con las ventanas sin protección con apenas dos pupitres bipersonales, de aquellos años, muy deteriorados. En cada esquina del aula principal están los “cursos” con su particular letrero en papel sábana y marcador: rincón de matemáticas, rincón de ciencias, rincón de lenguaje, rincón de sociales. Una nueva construcción

 de ladrillo, octogonal, con pupitres de madera y pizarras de acrílico, es el gran detalle de esperanzas y orgullo de los pobladores. Algunas mujeres, madres de familia conservan la vestimenta de polleras y mantas. Los sombreros son chinos lo mismo que las chompas buzos y blusas. Comentaron que la vestimenta típica tradicional ya solo se usa para los días festivos o desfiles. No existen servicios básicos ni letrinas, ni postas sanitarias. Se sabe que se han elaborado algunos programas y proyectos de desarrollo, pero en la realidad no se observa ningún progreso en la zona.

GRAN EXPERIENCIA

Sin embargo en la experiencia de las socias de la AEDAEN, en el vasto y frío altiplano, no todo es crítica, más bien fue uno de los viajes más maravillosos y positivos ya que los niños de las escuelas Urus, los maestros, los padres de familia, las autoridades y la población en general, las acogieron muy cordial y cálidamente. Intercambiaron ideas y conocimientos, aprendieron de su cultura, de sus esperanzas de sus necesidades de su vivir diario y cotidiano.

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