lunes, 30 de junio de 2014

Los yarituses mantienen una tradición ancestral



Es una danza que rememora la adoración al dios Piyo y la devoción a los dos personajes claves en la evangelización cristiana, San Pedro y San Pablo

MAGNO CORNELIO - SAN JAVIER
La población chiquitana de San Javier, ubicada a 225 kilómetros al noreste de Santa Cruz, revivió la festividad religiosa de San Pedro y San Pablo, que se celebra como parte del calendario católico mundial, aunque solo en este municipio boliviano va acompañado de una antigua tradición indígena.

Son los yarituses, que acompañan a los santos en una muestra del sincretismo logrado fruto de la evangelización de los misioneros jesuitas en el siglo XVIII y la continuidad de los franciscanos en estos tiempos.

Unos 500 danzantes entre yarituses y abuelos llegados de distintos barrios y comunidades de esta población, además de algunos de la capital cruceña y otras localidades, danzaron y cantaron al son de la tamborita, haciendo un recorrido por los cuatro puntos de San Javier para concentrarse en el majestuoso templo misional.

Allí, el obispo de la provincia Ñuflo de Chávez, monseñor Antonio Bonifacio Reinman, dirigió la celebración acompañado del Coro y Orquesta Misional, quienes interpretaron la obra Misa de la luz.

En el mensaje central, monseñor Reinman se refirió a los vientos de cambio que en la sociedad y la familia pueden ser perjudiciales si no está Cristo en la vida de cada una de las personas. Ponderó también el ejemplo de San Pedro, que manifestó que Jesús era el Cristo, el hijo de Dios viviente y cómo después fue considerado cabeza de la Iglesia.



Junto al pueblo

El templo misional fue colmado por los fieles, tanto así que muchos siguieron la celebración desde el atrio y los alrededores. El interior también mostraba el colorido de las vestimentas de los yarituses, quienes se confundieron con los pobladores locales, nacionales y extranjeros llegados con ocasión de esta festividad.

Una multitud de fieles acompañó la procesión de San Pedro y San Pablo por diversas calles de la urbe javiereña.

En la presente jornada, la celebración será en honor de San Pablo. El gobierno municipal de San Javier declaró, mediante una ordenanza, que el 29 y 30 de junio serán días feriados, por lo que se espera una gran participación del público local.

Antes del inicio se tenían registrados alrededor de 300 danzantes, pero el número aumenta tomando en cuenta que muchos participan solo por devoción, solo una vez.

El sábado, el cabildo indígena dio una serenata en idioma bésiro a los patronos de esta festividad. Así se inició el ritual que recuerda el pasado indígena de los piñocas y el presente cristiano de los chiquitanos

Sobre la celebración

Tradición centenaria



No hay una fecha exacta del inicio de esta tradición, pero se presume cientos de años antes de la llegada de los conquistadores españoles a América. El ritual lo realizaban por estas fechas, a finales de junio.

Parte de la indumentaria

Los paichachís o sonajeros eran utilizados (según las creencias) para espantar a los malos espíritus. Los panacús que cargan en la espalda son para llevar los frutos de la cosecha, cacería y pesca.


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