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viernes, 26 de abril de 2013

El pueblo amazónico Matsés en resistencia contra una empresa petrolera canadiense

Son los últimos chamanes del planeta que elaboran sus medicinas en pacto mágico con el reino animal de la selva, y purifican su cuerpo elevándose espiritualmente con el uso de sustancias antibióticas que obtienen en su territorio hoy amenazado. El pasado año 2012, la empresa petrolera canadiense Pacific Rubiales comenzó exploraciones petrolíferas en bosques habitados por más de dos mil matsés contactados y parcialidades aún en aislamiento voluntario. Aunque los Matsés se han opuesto con insistencia a que las empresas operen en sus tierras, sus protestas han sido ignoradas…

El Lote 135 dentro el territorio peruano fronterizo con Brasil, donde la canadiense Pacific Rubiales se encuentra explorando yacimientos de gas y petróleo, se sitúa en una zona que ha sido propuesta como Reserva Nacional para proteger a las tribus no contactadas de esta parte de la amazonia binacional.

El proyecto petrolero, valorado en 36 millones de dólares, abrirá cientos de líneas sísmicas en una zona de más de 700 kilómetros cuadrados de selva virgen, excavando pozos en busca de petróleo, lo que afectará a las cabeceras de tres importantes ríos esenciales para la subsistencia de los Matsés, quienes se han opuesto insistentemente a que las empresas operen en sus tierras, aunque sus protestas han sido ignoradas.

“El petróleo destruirá el lugar donde nacen nuestros ríos. ¿Qué pasará con los peces? ¿Qué beberán los animales?” protestó Marcos, un indígena matsés citado por Survival.

Un segundo Lote 137 ya se ha demarcado sobre el mapa, directamente encima del título de propiedad territorial de los Matsés, denunció Survival. A pesar de las protestas de los indígenas, Pacific Rubiales está ejerciendo gran presión sobre la tribu para que comiencen los trabajos.

Existen alrededor de 2.200 matsés que viven en la selva amazónica en la frontera entre Perú y Brasil. El río Yaquerana recorre el corazón de su tierra y señala la frontera internacional que separa su hogar.

Pero para los Matsés, los arroyos, las planicies aluviales y las selvas de arena blanca conforman un territorio ancestral compartido por toda la tribu. “Nosotros no conocemos fronteras”, dice el vocero indígena.
Cultura chamánica en extinción

Los hombres matsés soplan tabaco, o polvo de “nënë”, por la nariz de los otros hombres para darles fuerza y energía.

Asimismo, para obtener valor y energía, y mejorar las habilidades de caza, tanto hombres como mujeres utilizan un fluido segregado por una especie de rana verde conocida como “acate” en Perú o “kambô” en el Brasil (la phyllomedusa bicolor). Los hombres recolectan el fluido frotando la piel de la rana con un palo. Luego se aplica en pequeños agujeros que se queman en la piel del receptor. El mareo y las náuseas pronto dan paso a una sensación de claridad y fuerza que puede durar varios días.

Los curanderos matsés tienen una profunda comprensión de cómo se pueden utilizar las plantas de la selva para curar enfermedades.

Para los Matsés, las plantas y los animales tienen espíritus al igual que los humanos, y pueden dañar o sanar un cuerpo humano.

Un curandero identificará la causa de la enfermedad de su paciente y la tratará con su respectiva planta medicinal.

Un dolor de garganta, por ejemplo, puede estar causado por haber comido carne de mono aullador, y se puede tratar con una planta que se parece a la laringe del mono.

Desde que han sido contactados con la “civilización”, los matsés han sufrido graves enfermedades, especialmente malaria y otras dolencias introducidas y que sus plantas medicinales no pueden curar.

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