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jueves, 14 de julio de 2016

Pastor Mamani, el primer indígena en la cúspide de la justicia boliviana



Pastor Mamani cierra los ojos y recuerda su natal Socopoco (provincia Chayanta del departamento de Potosí), donde conoció el amor de una familia con un padre y una madre entregados a atender las necesidades de sus hijos, pero con múltiples limitaciones porque las condiciones climáticas les impedían desarrollar una agricultura extensiva. Su progenitor no sabía leer ni escribir, lo que significaba un obstáculo para que pudiese incursionar en otros rubros de la economía.

Cuando el hoy abogado Pastor era un niño pequeño, su padre se fue a trabajar como minero en Colquiri, La Paz, donde conoció la dureza de la vida, no solo por la labor extenuante sino por sus efectos, ya que terminó con los pulmones destruidos. Así y todo, siempre alentó a su hijo para que estudiara y tuviera mejores oportunidades que él.

Ninguno de los dos imaginaría en esos tiempos que un 3 de noviembre de 2015, Pastor Segundo Mamani Villca sería posesionado como presidente del Tribunal Supremo de Justicia y se constituiría en el primer indígena en asumir tan alto cargo.

Mamani es, hoy, el presidente número 63 y tuvieron que pasar 188 años para que un profesional nacido en una comunidad indígena llegase a ocupar la silla principal de la justicia nacional.

Las clases privilegiadas
“La justicia es parte de la superestructura del Estado y, como tal, responde a la base material que se expresa en la economía de una región o país. Es por ello que el manejo de esta parte del Estado siempre estuvo en manos de los poderosos, de las clases privilegiadas que convirtieron a los indígenas en seres invisibles, que no tenían derechos”, sostiene el ahora Presidente del Tribunal Supremo.

Señala con convencimiento que la elección de magistrados a través del voto popular constituye un avance sustancial, aunque reconoce que la ley tiene que cambiar para que se eliminen los factores de discriminación y la mala administración de la justicia.

Sabe que los indígenas, los pobres, los marginados, no pueden acceder a una justicia que sea igual para todos. En ese sentido, postula una revolución que, en su criterio, debe comenzar en los propios “asignadores de justicia” (jueces). A su juicio, estos tienen que comprender que en un nuevo Estado y frente a una justicia “para todos”, es fundamental eliminar los privilegios para sancionar al infractor y evitar perjuicios a las víctimas.

Pastor Mamani se desempeñó como juez en distintas comunidades del distrito judicial de Potosí y, con su experiencia, entiende que otro elemento negativo es la falta de un presupuesto adecuado para la justicia, ya que no se puede exigir un trabajo redoblado a quien se le paga poco y no cuenta con las condiciones mínimas para desarrollar su actividad.

Postula la independencia del Órgano Judicial, no solo en la parte administrativa sino también en el manejo de su presupuesto, para que este poder del Estado pueda ser verdaderamente —en la concepción mecanicista— un contrapeso, algo que considera determinante en la búsqueda de evitar los excesos de cualquier instancia estatal.

“Han pasado diez años desde el inicio del histórico actual proceso de cambios y transformaciones sociales y de poder en nuestra Bolivia. No obstante el tiempo transcurrido, este proceso, en relación a la construcción de la ‘nueva justicia’, en decisiones y acciones concretas del Gobierno central y del Legislativo nacional, poco o nada ha contribuido. Los endémicos problemas que el servicio de justicia exhibe, al momento de ser presentados a la población, siguen siendo los mismos, y en algunos casos la crisis se ha profundizado”, enfatizó durante la inauguración de la Precumbre del Sistema Judicial Boliviano.

El reconocimiento de las limitaciones de la justicia de parte de los miembros del Tribunal Supremo les llevó a desarrollar la Precumbre, en la que se reconoció que la crisis del sistema de justicia es estructural. En los últimos 30 años se produjeron cambios en el orden normativo, de infraestructura, de redefiniciones institucionales, pero no se consolidó una reforma integral, conforme al mandato constitucional.

El detenido
Cuando terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Junín de la ciudad de Sucre, optó por buscar el título de maestro y egresó como normalista en la asignatura de Historia, Geografía y Sociología.

Ya con algunos recursos económicos, continuó esforzándose hasta lograr el título de abogado de la Universidad Autónoma Tomás Frías, en Potosí, el año 1997. Pero antes, todavía, en su juventud, había asumido las ideas del comunismo y llegó a formar parte del Partido Comunista de Bolivia (PCB).

Sus ideales le llevaron a enfrentar a las dictaduras militares y, por azares del destino, la primera vez que entró al Palacio de Justicia fue en condición de detenido, cuando era dirigente de la Normal.

Confiesa que nunca pensó en ingresar por esa misma puerta convertido en Presidente del Tribunal Supremo, esta vez sin manilla ni con un proceso, sino con la responsabilidad de aportar a que la justicia fuera igual para todos, sin retardación ni privilegios.

Sus ideales le llevaron a enfrentar a las dictaduras militares y, por azares del destino, la primera vez que entró al Palacio de Justicia fue en condición de detenido, cuando era dirigente de la Normal. Confiesa que nunca pensó en ingresar por esa misma puerta convertido en Presidente del Tribunal Supremo.


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