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viernes, 13 de mayo de 2016

Video Palmarito, el legado guaraní a través del arte y la música

El silencio expectante dio paso a una experiencia sobrecogedora. Transcurridos los primeros segundos de la presentación del Coro y Orquesta de la Escuela de Música y Arte Guaraní Palmarito, las voces y las notas de los instrumentos de cuerda colmaron hasta el más íntimo recoveco de la iglesia de Santa Rosa de Cuevo, en Chuquisaca, abarrotada de público.



En el municipio de Gutiérrez, en el departamento de Santa Cruz, la localidad Palmarito se ha convertido en el hogar de un coro y una orquesta que en 2014 fueron invitados a participar en el lanzamiento mundial del canto guaraní, en el coro Arakaendar de Bolivia y en orquestas profesionales de varios países, como parte del Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos.
Fotos: Ernst Udo Drawert / TOTAL E&P Bolivie

Desde la loma en la que está ubicada la iglesia se observa la localidad donde se estableció la antigua misión franciscana. Dentro de la iglesia, cuyo nombre se debe a Santa Rosa de Lima, la orquesta y el coro de Palmarito se presentó por primera vez, este 1 de mayo, en el marco de una nueva versión del Festival de las Misiones de Chiquitos.



La presentación se logró gracias al patrocinio de la empresa energética Total E&P Bolivie. La compañía apoya al coro desde el 2013 y este año promovió sus otras presentaciones junto al coro Arakaendar en Santa Cruz y Camiri, como parte del mismo festival.

Un semillero del arte

El sonido que logra el coro es impactante, el registro alto de las voces femeninas es tan poderoso que, junto a los sopranos, tenores, bajos y la orquesta, supera ampliamente cualquier expectativa.

La directora del coro y orquesta de Palmarito, Adelina Anori, llegó a esa localidad en 2008. "En los 15 días que tenía para apoyar la educación de los jóvenes formé un coro a cuatro voces. Fue algo impresionante, que me motivó muchísimo para seguir trabajando con los chicos”, detalló.

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Anori nació en Guarayos, departamento de Santa Cruz, y comenzó sus estudios de música en 1996. Se graduó como técnico medio en flauta traversa y canto en el Instituto de Formación Integral Coro y Orquesta de Urubichá y formó parte del equipo de profesores que enseñaron en las primeras escuelas de música en las misiones de Chiquitos y también perteneció al coro Arakaendar.

Un motor para los ensayos

En esta pequeña iglesia, a 360 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz, Anori recordó cómo los ensayos en Palmarito se realizaban iluminados por la electricidad que les proporcionaba un motor a combustible; si no conseguían gasolina no se ensayaba. "Fue el padre Tarcisio (Dino Ciabatti) quien nos ha apoyado mucho”.

Viviana Zapata, de 21 años, integra hace cinco años el coro. Cuando conoció a Anori su interés por aprender fue inmediato, le encanta la música. "Al principio, algunas partituras fueron un reto, pero con la técnica, la vocalización y la respiración se logra; somos un grupo muy unido que se apoya” contó mientras se alistaba para la presentación en uno de los ambientes contiguos a la iglesia, rodeada se sus compañeras que bromeaban en guaraní.
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Cuando Anori enseñaba en las misiones de Chiquitos, conoció al padre Tarcisio Dino Ciabatti, impulsor del coro y orquesta de Palmarito de la cual es párroco. Él la invitó por 15 días en 2008, el resto es historia.

Después cuatro años, el sacerdote polaco, investigador e impulsor del festival Misiones de Chiquitos, Piotr Nawrot, los visitó y le gustó el resultado del trabajo. Posteriormente, la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC) les donó varias partituras y libros para que participen en el lanzamiento mundial de canto guaraní.

La seriedad y compromiso que cada uno de los integrantes del coro tiene con su maestra es evidente en el intercambio de miradas durante la presentación.

"Esta vez hicimos un repertorio que incluye obras de San Ignacio de Moxos, de donde fue rescatada esta música, y también del Archivo Misional Chiquitos (ambos del siglo XVIII). Para ellos, no es complicado trabajar con las partituras, es muy fácil. Tal vez sea porque además del colegio a lo que se dedican es a la música, no se dedican a otras actividades”, dijo Anori sobre el concierto en Santa Rosa de Cuevo.

Al finalizar, y después de que el coro y orquesta retornó varias veces a pedido del público, los aplausos se prolongaron durante varios minutos. Como mujer y música, para Anori dirigir a este coro de voces únicas es una forma de motivar el rescate de la historia y cultura guaraní a través del arte, como ya sucedió con las misiones de Chiquitos.

En 2007, gracias a las gestiones del padre Ciabatti, maestros guarayos y chiquitanos egresados del Instituto de Formación Integral Coro y Orquesta de Urubichá impartieron formación a 60 alumnos.

Para 2009 ya se había consolidado la Escuela de Música y Arte Guaraní, integrada por varias localidades, que está afiliada a la institución de Urubichá y donde hoy se enseña violín, violonchelo, flauta dulce y coro a cuatro voces y se obtiene el título de técnico medio y técnico superior.

Álvaro Arayare, de 18 años, está desde hace dos años en el coro de Palmarito y tiene como meta hacer del canto una profesión. "Voy a seguir cantando hasta ser profesor de música y dirigir un coro”, asegura.

Sus logros, sus viajes -que los llevaron hasta Italia- y una historia que comenzó iluminada gracias a un pequeño motor, puede parecer una utopía del chaco boliviano, pero cada vez que sus voces se unen para convertirse en un coro, el sueño se materializa acompañado de una orquesta de cuerdas.

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