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martes, 9 de junio de 2015

Retrato del campesino en la Bolivia de hoy

Con la Revolución de 1952 y la Reforma Agraria emergió el campesinado como un sector homogéneo. Hoy sucede algo distinto, dado que se puede hacer referencia a tres tipos de productores cuyo perfil se define de forma principal por su cercanía a la mercantilización, según identifican investigadores y los propios protagonistas del sector.
El primero es el campesino tradicional, que se distingue porque practica una agricultura familiar; el segundo es el productor especializado, que abastece a los mercados y que tiende a cultivar sólo un producto a mayor escala; y el tercero es el productor agroindustrial.

Los orígenes

El campesinado es un grupo social que surgió a partir de la segunda mitad del siglo XX, pero que desde entonces atravesó por tres fases históricas, explica el director de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque.

La primera fase, que data desde 1953 hasta los años 60, afirma este investigador, se caracteriza porque los campesinos tenían las mismas condiciones materiales en cuanto a herramientas de trabajo, modos de producción y superficie de tierra.

En la segunda, el sector ingresó en una crisis por la subdivisión de la tierra que experimentó la propiedad familiar y por la presencia de nuevos productores en zonas de colonización; además, un factor importante fue la migración a las ciudades de sus integrantes jóvenes, a partir de la "liberalización” de la economía. Esto, en las décadas del 70 y 80.

La tercera etapa se caracteriza por la incursión en nuevas prácticas y la segmentación de los tres subgrupos de productores. La aparición de la soya, en la década del 80, hizo que varias unidades productivas campesinas fueran "absorbidas” por la agroindustria emergente en el oriente boliviano.

Los tradicionales

Con la papa como producto "estrella”, el campesino tradicional se caracteriza por practicar una agricultura de "subsistencia”, cultiva con "tecnología tradicional” en una superficie de hasta 1,5 hectáreas de tierra, según el estudio Marginalización de la agricultura campesina e indígena de la Fundación Tierra.

Este grupo, explica Colque, trabaja para subsistir y autoabastecerse, aunque es golpeado por los productos que ingresan vía importación y contrabando. Los quechuas y aymaras son el principal ejemplo de esta situación.

Dado que su producción, en el mejor de los casos, llega a mercados locales, es un sector donde prevalece la pobreza. Este campesino, según el investigador, se dedica a otras actividades "no agrícolas” para completar su canasta básica alimentaria.

El secretario ejecutivo de la Central Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, Rodolfo Machaca, considera que es el sector al que hay que brindar más apoyo estatal para mejorar sus condiciones de vida. "La esperanza es de mantener y producir para sustentar la vida en el campo”, afirma.

Los "agricultores mercantiles”

Estos se caracterizan porque producen en superficies que van desde las 1,5 hasta las 50 hectáreas, cuentan con maquinaria agrícola y la mayor parte de su producción está destinada a fines de comercialización, según la investigación mencionada.

A diferencia de la agricultura tradicional, que se centra en producir de forma diversificada, este grupo se especializó en un sólo tipo de producción. Sus productos "estrella” son: arroz, quinua, sorgo, piña, banano y café.

El presidente de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas y Originarias, Justino Loayza, explica que para ellos, como productores, está primero la alimentación, el autoconsumo y también brindar alimento a la población.

El agroindustrial

Según la publicación de Tierra, la agroindustria desplazó y absorbió a los sectores tradicionales de producción a pequeña escala en los últimos 30 años. Colque comenta que existen algunos sectores campesinos que logran "insertarse de forma exitosa” en este rubro que tiende más a la exportación de soya, que es su producto "estrella”.

Datos del sector

Ley 338 Desde enero de 2013 está vigente la Ley de Organizaciones Económicas Campesinas, Indígena Originarias y de Organizaciones Económicas Comunitarias para la Integración de la Agricultura Familiar y Soberanía Alimentaria.
Orígenes Según una estimación de la Fundación Tierra sobre la base de datos del INE en 2014, el 80% de los indígenas de la Amazonía que producen alimentos están en situación de pobreza. Los aymaras y quechuas están entre el 60% y 70% de esta condición. 70% de los guaraníes están en esta área de pobreza.

Punto de vista
Roberto Machaca Secretario de la CSUTCB
Hay que apoyar a los tradicionales
Un campesino indígena originario tiene todo el derecho de ser un empresario mediano o grande. Pero su característica, su vocación agrícola, siempre es ecológica y de producción orgánica. Eso puede llegar a ser una gran ventaja para el país.
Ahora, los pequeños productores que estamos ya establecidos en pequeñas tierras, la esperanza es de mantener y producir para nuestra propia alimentación y quizá sostenerse para sustentar la vida en el campo.
Ahí estamos, pero hay que dar mayor fuerza a los pequeños agricultores para que realmente se establezca y garantice para el futuro esa mano de obra y fuerza productiva, para que alimenten a nuestras generaciones futuras. Eso no hay que perder de vista, sino que hay que fortalecer.
Hay que ayudar, hay que apoyar a nuestros pequeños productores campesinos para que también sean garantía a futuro en materia de alimentación orgánica, ecológica, para el pueblo boliviano.
La agricultura familiar en Bolivia casi no está establecida porque todo está configurado en función de la comunidad. En un conjunto de familias todo está regido por la comunidad que es ancestral. De esa manera es la tradición agrícola de las comunidades.
Para hablar del campesino hay que mirar con mucha lupa y con mucho cuidado. El comportamiento en el sector del altiplano ha ido disminuyendo en el sentido de que hay una migración campo-ciudad. El éxodo inició desde los años 70 y 80. En el caso de la Amazonía, la esperanza es mucho mayor, teniendo tierras más productivas. Entonces, en función de eso, el comportamiento de la agricultura es esperanzadora con las nuevas leyes.

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