domingo, 25 de septiembre de 2016

Cosmovisión de los Sicuris de Taypi Ayca- Italaque

Antecedentes

históricos

Hablar de Sikuris de Taypi Ayca - Italaque, es hablar de identidad, y cosmovisión de una civilización poco difundida como son los "Huarcas", cultura milenaria que dejó su legado en las ciudadelas de Huarcamarca y Amaya Pathja y sobre todo en la música y danza de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque del Municipio de Mocomoco de la provincia Camacho del departamento de La Paz.

Esta civilización por recientes estudios realizados es una de las culturas precedentes a los señoríos aymaras y al kollasuyo en la época inca, que sobrevivió a lo largo del tiempo preservando su sabiduría ancestral. Es así que encontramos su presencia en la época colonial en las reducciones españolas de Mocomoco e Italaque, existiendo parcialidades con este nombre.

La investigadora Ximena Medinaceli en su libro "¿Nombres o Apellidos? El sistema nominativo aymara. Sacaca S. XVII" publicado por el IFEA, describe: "Warqha = Nombre que en la Provincia Muñecas se da a los pobladores Aymaras". Cabe aclarar que el actual territorio de Mocomoco e Italaque, pertenecían a la provincia Muñecas hasta el año 1911.

Es así que la comunidad Taypi Ayca, es parte del extenso territorio de la civilización Huarcas.

Taypi Ayca, es traducido como centro de bondad: Taypi = Centro; Ayca = bondadoso, como nos describe Ludovico Bertonio, esencia bondadosa que hasta el día de hoy manifiestan sus pobladores.

Ahora bien, los registros históricos hacen mención del Ayllu Taypi, como tal desde la formación de la nueva Reducción de Italaque: "En 1596 Charazani forma una parroquia, Mocomoco otra, Carijana y Camata se reúnen en la misma, Umanatta debe unirse a los indios Canchis de Usadca, para formar la nueva reducción y la parroquia de Italaque", así lo registra el Archivo General de las Indias en Sevilla España (AGI, 532).

Es así que, en su fundación, la nueva parroquia de Italaque, abarcó tres parcialidades, Huarcas, Canchis y Pacaures; cada parcialidad, a su vez, tenía a varios ayllus. Así, Huarcas tenía los ayllus de Kollana, Cupi, Hilacata; y Taypi. Pacaures dos ayllus, Lupaca y Kollana; y Canchis los ayllus de Poma Canchis y Huayhua Canchis, haciendo un total de ocho ayllus, según describe uno de los archivos parroquiales de Italaque (AP LF1p.21v)

Thierry Saignes, al respecto, nos menciona: "Estas unidades sociales de organización se basaron en las formas preincas e incas, basadas muchas veces en las tierras altas del collao en el parentesco que reúne a los descendientes, reales o ficticios, de un mismo antepasado y un territorio común, denominadas ayllus (Haatha en aymara), que se articulaban en conjuntos mayores, según una lógica segmentaria y un principio dualista".

Es importante mencionar que durante algún tiempo en la Colonia y principios de la República el Ayllu Taypi era denominado Taypi Haatha. Elemento axiológico, que expresa el factor consanguíneo y de parentesco en este ayllu.

Retomando la investigación prehispánica, el Ayllu Taypi en épocas preincas, formaba parte del señorío o curacazgo Kallawaya, razón por la cual muchos estudios recientes de etnohistoria identifican a este ayllu como parte de la nación Kallawaya o Huarca, de la cual no hay muchos datos registrados.

En la época colonial, recogiendo la forma de organización política y administrativa del incario, el Ayllu Taypi estaba constituido por tres zonas o familias, ligadas por un mismo tronco de ascendencia: Ayca-Morocarca, Chiñaya y Hanchouma de la parcialidad de Huarcas del territorio de Italaque, dirigida por el cacicazgo Quenallata, que dejó plasmada su imagen tallada en el portal de la iglesia de Italaque, como lo registra el archivo parroquial de este pueblo de 1776.

Y es de una de estas zonas o familias que emergieron los famosos Sikuris de Taypi Ayca - Italaque, así lo describen diferentes investigadores como Rigoberto Paredes, Ramón Calamani Churata, Tristan Platt, Homero Elías, Carlos Salazar Mostajo, Ernesto Cavour, entre otros.

Para esto, revisemos algunas fuentes gnoseológicas e históricas descritas por cronistas e investigadores sobre los Sicuris de Taypi Ayca - Italaque.

Ludovico Bertonio, sobre el término Sicu menciona: "Es de puro de origen aymara traduciéndose ésta como: flautillas atadas como a la de órgano".

Garcilaso de la Vega en sus "Comentarios Reales", menciona: "De música alcanzaron algunas consonancias, las cuales tenían los indios collas (Alto Perú en la colonia y hoy Bolivia), o de su distrito, en unos instrumentos hechos de cañutos de caña, cuatro o cinco cañutos atados a la par, cada cañuto tenía un punto más alto que el otro, a manera de órganos", así también en el mismo capítulo describe: "Los tañadores, serán indios enseñados para dar música al rey y a los señores vasallos, que, con ser tan rústica la música no era común, sino que aprendían y alcanzaban con su trabajo".

En su texto "Nueva Crónica y Buen Gobierno" Guamán Poma de Ayala, describe: "La fiesta de los collasuyos desde el cuzco, cantan y danzan dice el curaca principal quirquiscatan mallcoquirquim capacomi desde Cauina Quispillacta Pomacanchi cana Pacaji Charca Choquiuito Chuquiyapo y todo Hatun Coll, Urocolla, comienzan tocan tambor y cantan las señoras y doncellas dice así: hauisca mallco, capaca colla, hauisca hil, colasana, capacanas, ynca pachat, tiapachat, mallcosana capaca collasana, hilauiri, malcouiri, quirquiscatan mallco aca marcasan pachasan tiusa hunoachitan Nuestra Señora taycasan hunpachiucin hauiscamalco pacahcutipan hanillaquimti acamarcasan ychauro quirquiscatan collaypampa sanchalli; de esta manera prosigue todo el cantar y la fiesta de todo colla, cada uno su natural cantar. Cada ayllu hasta los indios de Chiriuana, Tucumán y Paraguay, cada uno tiene sus vocablos, y en ellas cantan, danzan y bailan, las mozas doncellas dicen sus arauis que ellos les llaman uanca y de los mozos quena-quena; de esta manera dicen sus danzas y fiestas cada principal y cada indio pobre en todas las provincias del collau en sus fiestas grandes o chicas hasta Potosí".

Alcides D´Orbigny en 1830, en su viaje por Bolivia plasmado en su libro "Viaje por la América Meridional" relata: "La víspera de la fiesta de santísimo corpus, oí en mi casa la misma música de tamboriles y flautas que me impresionaron en el valle de Corocoro, con la diferencia de que ocho o diez bandas diferentes ejecutaban al mismo tiempo y separadamente… Fui por la mañana a la plaza vecina, donde me asombró el conjunto burlesco de los disfraces de cada batida de danzantes y la originalidad de ese vestido. Unos tenían en la cabeza un armazón de plumas de avestruz tan altos como sus cuerpos; otros llevaban una máscara, que sostenían levantado el brazo. Cada banda compuesta de ocho a diez individuos, estaba formada de seis a ocho músicos y de dos bailarines. Los músicos tenían en la mano izquierda, sea una flauta de tres agujeros, sea flautas de pan de diversas acotabas, mientras que, con la derecha golpeaban acompasadamente sobre un tamboril chato y ancho, colgado del lado izquierdo. Con estos instrumentos formaban acordes, o mejor dicho, cada uno ejecutaba una nota; y del conjunto de esos sonidos, sobre diversas octavas, resultaban aires monótonos y tristes. Los músicos de una de esas bandas llevaban sobre la cabeza una enorme corona formada de plumas de avestruz, y los bailarines estaban vestidos con trajes de arlequín, otro grupo se componían de hombres disfrazados de mujeres, con un inmenso bonete adornado de espejos y plumas de los más vivos colores, sacadas a los más brillantes pájaros de las regiones cálidas. Los miembros de una tercera banda se distinguían por un bonete chino, adornados de cintas y plumas coloreadas".

En 1919 Rigoberto Paredes describe en su libro "El Arte en la Altiplanicie": "La música de los Sicuris, es la mejor que poseen los naturales, tanto por sus notas variadas, como por su armoniosa ejecución. El cantón Italaque, de la antigua provincia de Muñecas se encuentran los mejores músicos de ese orden. En aquel pueblo no se concretan a producir aires nacionales, favorecidos los indios por un oído fino y cierto talento musical, ejecutan canciones y valses extranjeros con mucho acierto. En sus fiestas principales se reúnen varias tropas de Sicuris en un lugar determinado y en competencia soplan sus instrumentos, produciendo en los espectadores una grata impresión: entonces se asemejan a un concierto de bandas de música".

En esa línea Antonio Gonzales Bravo escribe en 1925, escribe: "Está próxima la fiesta de corpus que es la más festejada, casi, entre todos los indios, tal vez porque coincide en la fecha y en su sentido simbólico, con la fiesta del Inti Raymi precolombino. Nos dicen que la mejor oportunidad para oír los famosos Sicuris de Italaque… Cuando allegar a Italaque escuchamos algunos Sicuris, notamos que la música, por los instrumentos especiales, era muy armonioso, pero la melodía, nos pareció un tanto ambigua y algo mestiza, por su carácter encontramos como novedad, solamente los awarachis (marchas militares), de soberbio efecto por su energía. Según ahora vamos observando, tropa por tropa, y melodía por melodía, parece que para hoy se guardó la raza, lo más hondo y característico de sus tesoros. Escuchábamos conmovidos, diríamos casi iluminados, primero los Sicuris en Modo Mayor Moderno, jugosos y alegres, diáfanos: después, los en modo eólico, algo solmenes y severos; y por último, los en modo pentatónico, profundos y melancólicos (a veces suaves y lánguidos), que acaban por enardecer primero y después por serenar con adormecimientos de éxtasis, muestro espíritu, que gracias a este día inefable reconstruye, reafirma y comprende mejor, el carácter amplio y hondo del alma de esta raza, cuya música con sus particularidades análogas en todos sus pueblos, parece que en la de los Sicuris, refleja todo la infinitud de sus cielos, y la amplia de sus pampas inmensas".

Gustavo Adolfo Otero en su libro "Piedra Mágica" menciona: "Entre los bailes de ceremonias del altiplano se destaca el llamado de sikuris que, por su lujo en sus disfraces, se distingue entre todos los conocidos. El nombre de sicuri procede del uso musical de los "sikus"... Los ejecutantes de Sikus más famosos son los mistis e indígenas del pueblo de Italaque, población próxima al lago Titicaca y también cercana al foco de influencia callahuaya…"

Carlos Salazar Mostajo, promotor de la normal de Warisata relataba: "Bajaban del calvario de Italaque, cerca de un centenar de tropas de Sicuris, para la celebración del día de Corpus Cristi. Ricas en vestimenta, brillantes en colorido, ofrecían el espectáculo más extraordinario que puede darse. Muchos conjuntos ostentaban el penacho de plumas de flamenco o de avestruz que en la parla aymara se llaman respectivamente parihuana y suri, y que en el continuo girar de los músicos se convertía en remolino de blanco ondular".

Es así, que los Sicuris, son la expresión de saberes y conocimientos ancestrales emanados y originarios del territorio de Taypi Ayca - Italaque, haciendo que escuchar y sentir sus melodías se constituyan en una experiencia mística. Su denominación se constituye ahora en la identidad de múltiples pueblos y culturas, por ser la sinopsis de la historia latinoamericana. Ya que en su Ser se halla el sincretismo de culturas milenarias.



FILOSOFÍA Y COSMOVISIÓN

La cosmovisión y sabiduría ancestral de los Sikuris Taypi Ayca - Italaque nos muestra el sendero de conexión con el cóndor Mamani, pachamama, pacha, achachilas, mallkus antaña, jacha qurusa, saywa, huallpacayu, cawanani, ticani, eskhani, camañani, wakituma y otros, protectores y guardianes del todo, a quienes se debe y pedimos permiso para regocijarles.

Es por eso que menciona Rigoberto Paredes: "La suma importancia entre los kollas, que era dedicado al Suri y al Cóndor, aves que entre ellos simbolizaban la tormenta y la fuerza".

Por ser una cultura netamente agrocéntrica y cosmocéntrica, esta tiene una dinámica epistemológica propia como describe Mauricio Mamani en su libro Suri Awicha: "Antes de la llegada de los españoles, los pobladores andinos danzaban y realizan ceremonias en agradecimiento a sus dioses. Realizaban ritos en honor al sol, tata inti, que las da vida; se brindaba culto al agua y a las montañas los apus, espíritus tutelares. Las ceremonias también se las efectuaba en fechas especiales, están podían ser en agradecimiento a la tierra fértil Pachamama, por recibir una buena cosecha, como también danzando solicitando que llueva para regar la tierra o simplemente para alegrar a la comunidad. Se cree que eran fechas fijas, en unos casos la época de la cosecha y en otras estaban relacionadas al tiempo de la siembra, que se estima eran fijan de a un calendario agrícola que tenían prefijado con relación a las épocas secas o de lluvias".

Así en la época colonial: "Con la llegada de los españoles y en particular con la del clericó religioso, fueron cambiando el nombre de la fechas por nombres de santos o de vírgenes. La misión de los religiosos, estaba encomendada para la destrucción de idolatrías y convertirnos al catolicismo. Pero las fiestas no cambiaron y se continuo con las danzas en la fechas, esta vez, ya religiosas", afirma Mauricio Mamani. En el territorio de Italaque esto se reflejó en las fiestas de Corpus Cristi, Virgen del Carmen y San Francisco, donde la comunidad Taypi Ayca- Italaque, participaba activamente. Así en la fiesta de Corpus Cristi asumían la responsabilidad de "Preste Mayura", las personas con una buena producción y almacenamiento de alimentos, para esta fecha los sikuris tenían vestimenta con abundante arte plumario e interpretaban dos melodías distintas y contaban en sus tropas con un solo pututu. En fiesta de la Virgen del Carmen asumían esta responsabilidad aquellos que tenían poca producción agrícola, para esta oportunidad la vestimenta de los Sikuris era austera y solo interpretan una melodía. Por último en la fiesta de San Francisco que se celebrada en octubre recaía bajo responsabilidad de los khamiris o las personas con abundante producción agrícola, en este fiesta la abundancia se desbordaba por doquier, pues, se celebraba a tres imágenes religiosas (San Francisco, San Miguel y Santa Bárbara) para lo cual se interpretaba tres melodías y se contaba con dos pututos y la vestimenta de los Sikuris era abundante en arte plumario (Suri y Muchullo) y finos textiles del lugar.

Volviendo a la cosmovisión de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque. El tiempo del awtipacha (época seca o de helada) de la producción agrícola aymara, es el ciclo para la elaboración de chuño, tunta y caya. Para esto el soplido del Siku convoca a la helada para una producción prospera de estos alimentos. Pero el rol del Siku no es solamente para la época de producción sino acompaña en la siembra y cosecha, desapareciendo en la época de crecimiento de alientos, en la región de Taypi Ayca - Italaque esto se traduce: "mayo empieza la cosecha, junio y julio están dedicados a la época de la producción de chuño, tunta y caya, agosto y septiembre se prepara la tierra para la siembra de que es se realiza octubre", relata Mario Mamani Huanaco comunitario de Taypi Ayca.

Luis Girault, en su libro Rituales en las regiones andinas de Bolivia y Perú, describe: "Para algunos aymaras el "espíritu del hielo" llamado "Sajjra Whipina", es el único que vive en la constelaciones de las Pleyades, Koto Koya (Grupo de Reinas), es un anciano indígena, flaco y con largos cabellos blancos. Cuando desciende a la tierra, lleva consigo "rayos del hielo" que derrama sobre los campos cultivados para "herirlos". Sin embargo, si estas incursiones tienen lugar en los meses de junio y julio, es perjudicial para los humanos, ya que las plantas no han sido sembradas, este hielo permite preparar el chuño; pero si desciende la helada los meses de enero y febrero, la floración ha empezado y el hielo mata las plantas por lo tanto la cosecha será pobre. Los campesinos aymaras durante los meses de mayo, junio y julio, observan atentamente esta constelación, si sus estrellas son brillantes es señal que las heladas se producirán durante estos meses, lo que, además, significa que no sean nefastas; al contrario, si en el mismo periodo, ellas son ocultas o deslucidas, es una señal muy mala que anuncia heladas tardías, perjudiciales para el crecimiento de las plantas. En la lengua aymara a la helada se la denomina Juyphi, la época de la helada se la conoce como juyhi pacha, fenómeno requerido en la faena del ch´uñuchata (elaboración del ch´uñu), por tanto el Juyphi no sería un espíritu, sino en deidad".

El Jacha Sikuri interpretada a partir de la fiesta de cruz, 3 de mayo, manifiestan los sikuris de Taypi Ayca, no se refiere a la cruz del Cristo, es la fecha en la que se observa la constelación llamada Cruz del Sur o "Chakana".

El cronista Gonzales Holguín, define a la Chakana: "Tres estrellas que se llaman las tres Marías", en opinión de murua "los que vivían en las montañas y lugares de arboleda… adoraban a diversas estrellas, tres estrellas, como a la chacana, topa-torca, mamay…y otras"

Otro de los elementos de carácter epistemológicos de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque es la vestimenta rica en arte plumario ya sea de Suri o Pariguana, que gráfica y expresa el vínculo entre naturaleza y ser humano, generando puentes de diálogo como muestra las Chakanas elaboradas de tunki, pacay y loros.

Esta relación entre lo humanos y divino se da en la época de trabajo y producción donde los Sikuris deleitan a sus deidades con coloridos Muchullos y Suris, emulando a las aves y flores.

Elementos ontológicos de la danza y música de los Sikuris Taypi Ayca - Italaque, se da al emitir sonidos con el bombo y los Sikus, conectando el Ser humando con su Ser interior (Ajayu),

Las melodías que generan el Siku se constituyen en elementos de curación (Kolla), y los sonidos del Bombo son generadores de energía (Kamasa), es por eso que al escuchar a los Sikuris causa en nosotros sensaciones indescriptibles. Los instrumentos sikus y bombo para que tengan este efecto, deben ser serenados o afinados en lugares sagrados como la Laguilla de Surani y Laurani de Huallpacayu y otros que tengas esta energía divina.

Es así que las melodías de los Sikuris tocan nuestras emociones más profundas, donde el llanto de la zampoña como dicen los maestros es el creador.

La axiología de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque, contempla elementos y valores como: la dualidad, paridad y complementariedad que se materializa en la vestimenta ya que utilizan dos ponchos de colores distintos graficando el Chacha-Warmi, valor constante que se encuentra también en la composición de las tropas de Sikuris compuesta por dos filas cada una de siete integrantes como mínimo una fila que representa el lado femenino (ch´eka), con vistosos tocados de arte plumario de pariguana (Muchullo) y el otro el lado masculino (cupi) con el tocado de arte plumario de avestruz (Suri), en la actualidad este lado utiliza sombreros, las cuales armar coreografías duales o dobles que empieza siempre por el lado derecho.

Por último, este valor de dualidad y complementariedad se manifiesta en el encuentro y diálogo entre los Sikus Iras con los Sikus Arcas, haciendo que la música de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque sea una verdadera experiencia mística y espiritual, expresando la unidad en comunidad, donde uno es todo y todo es uno.

Es así, en pocas palabras una pequeña mirada a la filosofía y cosmovisión de los Sikuris de Taypi Ayca - Italaque. Pedimos a las autoridades departamentales y nacionales coadyuvar a que este legado histórico y cultural no desaparezca, para esto se gestione e impulse la declaración de patrimonio cultural de la humanidad.

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