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domingo, 12 de abril de 2015

Pueblos niños de la Amazonia, únicos reductos libertarios del planeta en el siglo XXI

El Bosque amazónico es el espacio donde el tiempo se detuvo en esa fase primaria, infantil, del desarrollo humano, por su necesidad de ser Bosque y no otra cosa. En la cadena ecológica los pueblos niños son su principal eslabón. La identidad del Bosque es el árbol y no el aserradero; es la fauna que incluye al hombre cual otro fauno entre los demás faunos, intangible como todo lo que es biodiversidad; es el río su arteria natural y no la carretera asfaltada.…

En el instante en que los pueblos indígenas de la Amazonia —particularmente los pueblos no contactados o en aislamiento voluntario— se detuvieron en el tiempo y en el espacio, vistos hoy como un “fenómeno antropológico” en el siglo XXI, estos pueblos decidieron quedarse niños para siempre, constituyéndose en los únicos bolsones libertarios del Planeta.

Los pueblos originarios amazónicos son naciones “estancadas” en la fase del llamado “comunismo primitivo”, que la ciencia social define como el derecho colectivo sobre los recursos básicos, la ausencia de herencia o normas autoritarias y la inexistencia absoluta de Estado; es el sistema donde prevalecen las relaciones igualitarias y horizontales que precedieron a la explotación del hombre por el hombre y a la estratificación económica, política y social en la historia humana.


El espacio libertario del Bosque

El Bosque amazónico es el espacio donde el tiempo se detuvo en esa fase primaria, infantil, del desarrollo humano, por su necesidad de ser Bosque y no otra cosa. En la cadena ecológica los pueblos niños son su principal eslabón.

La identidad del Bosque es el árbol y no el aserradero; es la fauna que incluye al hombre cual otro fauno entre los demás faunos, intangible como todo lo que es biodiversidad; es el río su arteria natural y no la carretera asfaltada.

Las diversas religiones del Bosque —no hay una sola— tienen en común el culto sagrado a la Naturaleza, a los animales, a los ríos, a las montañas, a las plantas, a los vientos y a los ciclos lunares y solares.

Por ello el Bosque amazónico es el hogar ideal para los niños. Y por eso los pueblos que permanecen desnudos por los siglos de los siglos en el corazón del Bosque, son pueblos niños.

En términos de Gramsci, los pueblos niños del Bosque amazónico son comunidades anarquistas donde predomina la sociedad civil, o sea la comuna autogestionaria. En cambio la sociedad política, o sea el poder organizado de las burocracias, es prácticamente nula.

Estos pueblos en su aislamiento natural y libres del contacto con la “civilización” no conocen el dinero, comparten equitativamente lo que el Bosque les brinda. En sus diversas lenguas de troncos comunes, no existe traducción para las palabras codicia o avaricia.

Tampoco sufren la enfermedad pequeñoburguesa del poder y sus concupiscencias. Sus líderes naturales emergen desde la horizontalidad de la organización comunitaria destacándose por haber sido, desde su infancia, los mejores cazadores y pescadores de la comunidad; son líderes que se caracterizan por ser los más niños entre los adultos: joviales, alegres, creativos y transparentes.

Cuando envejecen en su sabiduría, son los ancianos-oráculos adorados por toda la comunidad.
La corrupción “civilizatoria”

El Estado con su corrupción implícita y algunas ONG’s “para el desarrollo” con su inmoralidad financiera, son los enemigos naturales de estos pueblos inocentes. Al romper su voluntad de aislamiento y su condición de pueblos no contactados, al intentar sumirlos en un parámetro comparativo con la civilización urbana, al contaminarlos con su dinero y sus prebendas, al arrancarles de su convivencia armónica con la naturaleza, el Estado y sus “suplencias” sólo provocan la inequidad de la pobreza extrema que estos pueblos jamas conocieron, de las enfermedades causadas por el avasallamiento y la discriminación.

Cuando el obsceno festín de dólares y euros da fin con el con el aislamiento autodefensivo de los pueblos no contactados, comienza el etnocidio.

Detrás del Estado están habitualmente agazapadas compañías petroleras, madereras, mineras y toda esa lista ruin de inversionistas de capitales depredadores que avasallarán los bosques vírgenes y desplazarán de sus territorios originarios a los indefensos habitantes bosquímanos, condenándolos a emigrar hacia los infiernos urbanos o a contagiarse de los males endémicos del “progreso”.

Y con los ropajes de hipócrita “ecologismo”, algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s) que trafican financiamientos importados desde los centros del poder neocolonial en Europa y Estados Unidos, se encubren estrategias parasitarias que sólo benefician a burócratas habituados a modos de vida burguesa ajenos al modo de vivir de los indígenas no contactados.

El rol de “suplencia” que pretenden desempeñar ciertas ONG’s “desarrollistas” en su disputa con la tradicional burocracia estatal y con los partidos políticos de turno, es también un rol depredador ejercido mediante onerosos “proyectos” que raras veces logran objetivos de real impacto en la vida de las comunidades donde operan. Sus verdaderos “beneficiarios” son sus mismos burócratas y tecnócratas que ocultan su estadolatría con poses “libertarias”.

Sin embargo es importante reconocer que existen honrosas excepciones entre las organizaciones no gubernamentales, especialmente aquellas más vinculadas a la academia y la investigación científica; no todas son ávidas de “poder y placer”. Sabemos de respetables instituciones privadas de desarrollo, no colonizantes, que se guían por una ética social y el afán científico apegados a los principios solidarios que las activan desde sus fuentes financieras.

Destruyendo la autonomía comunitaria
Cuando las burocracias se inmiscuyen en la vida de los pueblos no contactados imponiéndoles sus visiones occidentales y “adultas” del desarrollo, la organización comunitaria queda desarticulada, sus líderes son cooptados con desvergonzadas prebendas y la autonomía del aislamiento voluntario se destroza irremediablemente.
Sus sistemas educativos naturales basados en el manejo sostenible del Bosque son reemplazados con una mediocre escolarización occidental y entonces engrosan las estadísticas oficiales del analfabetismo; su alimentación medicinal basada en los saberes de la riqueza botánica y animal del Bosque es reemplazada por un sistema de salud pública ineficiente y entonces sufren los más altos índices de desnutrición y mortalidad materno-infantil.
Mientras más pobreza y miseria vengan sufriendo estos pueblos despojados de sus ricos territorios y de su singular riqueza cultural, de su inocencia infantil, más “justificativos” tendrán Estado y ONG’s para “gestionar proyectos de apoyo a los pueblos indígenas”.
Los pueblos indígenas amazónicos son pueblos niños no sólo en el sentido cualitativo del término, sino también por su realidad cuantitativa.

En el 2010 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) lanzó un informe sobre el estado de la niñez indígena en el Perú, país cuya región amazónica es similar en varios aspectos con las regiones amazónicas vecinas en Brasil y Bolivia.

Según aquel informe, la población amazónica peruana constituye el 6% del total de indígenas peruanos, siendo los quechuas mayoría con 83% y aymaras 11%. Alrededor de la tercera parte de la población indígena amazónica tiene entre 3 y 17 años.

Cuando los pueblos no contactados son forzados a salir de su aislamiento voluntario, sus niños son obligados a incorporarse a la escolaridad oficial, con terribles desventajas de acceso al sistema educativo occidental debido a que sólo hablan sus lenguas maternas, quedando condenados por ello a una situación penosa de “analfabetismo”.

Están fuera del sistema educativo 130 mil niños indígenas de 3 a 5 años, 40 mil niños indígenas de 6 a 11 años, 81 mil adolescentes indígenas de 12 a 17 años, entre quechuas, aymaras y amazónicos. Solo en el caso de niños quechuas y aymaras, en un 38%, alumnos que tienen una lengua materna originaria asisten a una escuela que imparte Educación Intercultural Bilingüe. Los niños amazónicos no cuentan con esa ventaja del sistema educativo formal.

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