Buscador

lunes, 23 de enero de 2017

Pedro Callisaya: “Hay que empezar de nuevo el proyecto indígena boliviano”

Pedro Callisaya Hinojosa vive confiado en la fuerza reivindicativa del movimiento indígena que cobró marcada intensidad a principios de este siglo. Considera que la acumulación histórica de ese pensamiento no se ha detenido a pesar de la polémica coyuntura que atraviesa Bolivia. En esta conversación con OH!, el historiador hace un repaso de los hitos de ese derrotero y evalúa el presente.



OH!: En los últimos años y especialmente tras el conflicto del TIPNIS la irrupción del movimiento indígena entró en el terreno de la polémica. Hasta ese entonces se consideraba que Bolivia vivía una etapa cumbre de ese proceso histórico. ¿Es así?

El movimiento histórico del mundo indígena inició su auge a partir de los años 80. Sin embargo, todo esto fue fruto de la herencia de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (CSUTCB) que dirigía Genaro Flores, pero además de la aparición de ideólogos indígenas. Las universidades empezaron a ser cuna de esos ideólogos. Por ejemplo, surgieron grupos de pensadores en el Movimiento Universitario Julián Apaza o la organización SUMA. Se sentía que era un proceso paulatino, pero incontenible.

La izquierda en ese entonces se había aplazado como producto de sus propios errores. La Unión Democrática y Popular (UDP) fracasó. Ellos supieron llegar al poder, pero una vez en él lo que surgió fueron sus disputas egoístas entre partidos, lo que llevó a una catástrofe al país y terminó con la renuncia del presidente Hernán Siles Suazo.



OH!: ¿Bajo qué característica avanzaba ese proceso?

Empezó a madurar a través de varias líneas ideológicas. Estaban los antiguos luchadores como Constantino Lima, Luciano Tapia, el propio Víctor Hugo Cárdenas que salieron a la palestra, pero ya con una formación ideológica propia. La frustración que había dejado la izquierda y lo que había hecho antes la derecha, permitían eso. Y ese escenario no varió tampoco con el retorno de la derecha al poder. La capitalización, los impuestazos, la recesión, todo mantenía al país en un estancamiento y marginación de las grandes mayorías. Entonces el movimiento indígena ganaba voz y poder.



OH!: Claro, una acumulación histórica de siglos.

Sí, es un proceso largo. Ya desde la creación de la república y con notoria fuerza desde que Melgarejo decreta la ley exvinculación de tierras (1866). La respuesta indígena fue a partir de entonces sostenida y de liderazgos destacados como Luciano Villca o, ya durante la Guerra Federal (1898 – 1899), de Pablo Zárate Vilca. Surgieron diversas estrategias como la de los caciques apoderados y el protagonismo de Santos Marca Thola (1915-1921). Y también hubo hechos fundamentales como la emergencia de Leandro Nina Quispe y la educación indigenal (1926) como postulado de defensa del mundo indígena en base a la educación. A través de la educación ellos iban a interpretar las leyes, a abrirse ámbitos de conocimiento, a ingresar al debate de las ideas de igual a igual. Y ahí fue esencial la figura de Leandro Nina Quispe. Eso les costó persecuciones, represión y años de cárcel.

Todo eso continuó hasta la Guerra del Chaco. Incluso en esa guerra se agravaron los abusos hacia los indígenas. Se llegó al extremo de que la propia aviación boliviana fue utilizada para reprimir sublevaciones indígenas en plena época de la Guerra del Chaco.



OH!: ¿Y por qué la sublevación en plena guerra?

Es que la oligarquía incluso aprovechaba eso. Los indígenas eran los primeros en ser reclutados para ir a la guerra. El Gobierno había designado a un coronel de apellido Zegarrundo como responsable de la paz interna. Este coronel encabezó una organización denominada “la Legión Cívica” que representaba a los hacendados. Zegarrundo se dedicó a reclutar por la fuerza indígenas de las comunidades para favorecer los apetitos de las haciendas. Los terratenientes no mandaban a la guerra a sus peones y atacaban a las comunidades. Vieron que era el momento oportuno para quitar tierras a los indígenas. Si incluso hay historias de soldados que cuando volvieron de la guerra descubrieron que ya no tenían hogar y que sus tierras y familiares eran de los hacendados.

Pero claro, ese retorno ya implicaba otras cosas. La guerra había cambiado la forma de pensar de buena parte de la clase media, había convertido a los campesinos en soldados y a muchos en enemigos ideológicos del régimen de hacendados y mineros poderosos.

Por eso, a partir de 1936, surge una mayor fuerza ideológica indígena.



OH!: Se precipitaron las rebeliones y la pugna que antecede a la Revolución de Abril del 52.

Claro, llegó antes el Gobierno de Gualberto Villarroel (1943) que canaliza varias demandas, que organiza el primer congreso indigenal, que abole el pongueaje. Pero surge como contrafuerza el derrocamiento de Villarroel en 1946. Frente a ello, se desataron grandes reacciones. No siempre se recuerda que en 1947 hubo un levantamiento indígena generalizado y esa vez nuevamente el Gobierno tuvo que apelar a la aviación para reprimirlo.

Finalmente todo deriva en la Revolución Nacional de 1952. Y el MNR para consolidarse en el poder forma las milicias armadas. En el altiplano hubo ejércitos indígenas.

Ahí surge otro factor ideológico. Aparece, por ejemplo, un líder como Lawreano Machaca que no acepta que los indígenas sean usados por el poder. En 1956 Machaca plantea la idea de que los indígenas tomen el poder, rompe la alianza con el MNR y se rebela. Es el germen para que el movimiento indígena tenga como horizonte la toma del poder. Paulatinamente, se organizan partidos y organizaciones políticas como el Partido Indio, los MITKA (Movimiento Indio Tupaj Katari) ideólogos como Fausto Reynaga (1979) o encuentros como el Manifiesto de Tiwanaku (1973).

Nuevamente, se intentaba o neutralizar la fuerza que se adquiría. Unos, el MNR derechizado, por ejemplo, cedieron al nombramiento de los primeros ministros de origen indígena. La dictadura militar de Barrientos, dependiente de los Estados Unidos, se ingenió para organizar el Pacto Militar – Campesino (1967). Pero paulatinamente surgieron los líderes y organizaciones que empezaron a protagonizar el auge en los años 80, de quienes ya hablamos.



OH!: Recuerdo que en 1992 hubo el encuentro con las organizaciones de tierras bajas. ¿Cómo valora ese momento y qué puede decir a propósito de los guaraníes y los amazónicos?

Sí. Hasta ese momento se hablaba fundamentalmente de aymaras y quechuas. Las luchas de, por ejemplo, Apiguaiki Tumpa no habían tenido la repercusión histórica que merecían. Esto porque, al margen de la represión, fueron radicalmente evangelizadas por misiones de religiosos católicos. Fueron sometidos ideológicamente los indígenas de tierras bajas. Pero, pese a todo, décadas más tarde se organizaron la (Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) y la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG). Y en 1992 tuvieron el valor de marchar hasta La Paz, exigir tierra y territorio y decir que estaban presentes en la lucha. Los hermanos de aymaras y quechuas los recibieron. Fue un momento conmovedor. Además recordemos que se conmemoraban los 500 años de la invasión española. La mayoría del país tomaba el protagonismo histórico.



OH!: Y casi al empezar este siglo surgieron liderazgos que anunciaban el momento cumbre y figuras como Felipe Quispe. ¿Cómo interpreta ese momento?

Bueno, junto a Felipe surgió una importante serie de pensadores indígenas con una faceta más académica, mucho más marcada que la de él. Felipe se formó en la cárcel y no tanto en el debate de las aulas.

Sin embargo, sea como sea, Felipe y los otros líderes iniciaron una lucha ya frontal y cada vez más dura. Recordemos los bloqueos, los desplantes que les hacían a los ministros en las negociaciones, el hecho de que Sánchez de Lozada fue obligado a ir hasta Charazani ... Paralelamente, los movimientos sindicales como los cocaleros liderados por Evo Morales también cobraban fuerza, pero con menos ideología.



OH!: Y al margen de las disputas y entuertos posteriores, que perfilaron finalmente el liderazgo de Evo Morales, ¿qué hizo en específico el movimiento indígena para la llegada del Movimiento Al Socialismo al poder?

Fue un proceso como de escuela encarnado por esos compañeros que se formaron en las aulas universitarias. Ellos salieron a las plazas, a las ferias, a las comunidades a buscar que la gente tome consciencia sobre el potencial del mundo indígena. Fue un sostenido trabajo político en las calles y directamente con las bases. Se llegó a construir una coyuntura sin precedentes para que un líder indígena llegue al poder, el sueño de Lawreano Machaca. Desafortunadamente, ese magnífico trabajo fue astutamente aprovechado por la izquierda tradicional que pervirtió el proyecto.



OH!: Pese a eso, ¿no se ha avanzado acaso con la presencia de indígenas en diversas instancias de poder, con la reorganización del Estado, con las leyes?

Hubo algunos avances, pero en el tema del poder no basta estar allí, hay que saber demostrar oficio, capacidad, y eso ha faltado. Los indígenas que llegaron al poder fueron manipulados, sometidos, por una casta política tradicional. ¿Usted ve que hoy gobiernan los indígenas? Las autoridades con mayor poder son parte de la casta tradicional. Ellos impulsan las políticas fundamentales, no los indígenas.

Lo peor es que han desgastado la auténtica lucha de los movimientos indígenas y la hacen ver mal.



OH!: ¿Qué características tiene la ideología indígena y que no se muestran en ese gobierno?

Es por ejemplo aglutinadora, inclusiva, pero este gobierno hasta marginó a los propios indígenas de tierras bajas en el caso del TIPNIS. Lo indígena es respeto a la Madre Tierra, y eso obviamente no hay en este gobierno, basta pensar en proyectos como El Bala o en el Dakar. Lo indígena es reciprocidad, complementariedad y ya ni siquiera del ayllu se habla.



OH!: ¿Se está volviendo una utopía la causa histórica del movimiento indígena?

La lucha del pueblo indígena no es momentánea, por lo tanto no es un sueño irrealizable. Si el MAS se dejó pervertir por un marxismo tradicional en el discurso, que ni en Europa ha funcionado, y por políticas netamente capitalistas en la gestión, es su fracaso. Pero la lucha seguirá, está latente. Hay que empezar de nuevo el proyecto indígena boliviano. Será un trabajo cuyos frutos habrá que esperar para después de 2020. Pero, es una lucha de siglos y sabemos tener paciencia.



Pedro Callisaya Hinojosa

Se formó en la Universidad Mayor de San Andrés, es ex presidente y actual miembro de la Asociación de Historiadores Indígenas - Apu Pachacamayu. Forma parte del equipo que edita la revista “Realidades de Nuestra Historia”, perteneciente a la carrera de Historiade la UMSA. Ha sido columnista del periódico La Prensa. Es autor del libro “Levantamientos indígenas y educación indigenal” y coautor del libro “Entre el crepúsculo y la claridad del amanecer: los Urus”. Ha realizado diversos trabajos de investigación, en especial sobre el caudillo Lawreano Machaca. Es además nieto del líder indígena Mariano Quispe de la población Ambaná.

No hay comentarios:

Publicar un comentario