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lunes, 23 de enero de 2017

La reelección es una práctica que no figura en el mundo indígena

En la cultura aymara no hay reelección", sentencia el sociólogo y experto indigenista Fernando Untoja. Al igual que él, otros tratadistas, reflejan que lo mismo sucede en el mundo quechua y en algunos pueblos indígenas de tierras bajas, donde la estructura y el ejercicio del poder político se basa en la rotación y el turno, a partir de un complejo tejido social asentada en el bien común y la participación con equidad.

En ese contexto, Víctor Hugo Cárdenas, analista político y expresidente de la República y de raíces indígenas, señala que “la no reelección”, es un principio sociológico, filosófico, antropológico y cultural. "Se aplica un sistema rotatorio a través del 'turno'. Es casi como un servicio civil obligatorio. Además, todos los miembros del grupo pueden ser electores y elegidos a la vez, donde la prestación del servicio a la comunidad emancipa el bien común, la participación y una convicción democrática", argumentó.

Para el sociólogo José Luis Saavedra, en el mundo aymara y quechua, el ejercicio del poder político es una práctica basada en el “servicio a la comunidad”, que implica dos principios: rotación y por turno. Ambos conceptos quedan establecidos como la norma suprema asentada en la organización territorial del Ayllu (espacio del hábitat de la comunidad).

"La rotación y el turno es la norma suprema del ejercicio del poder político, que a su vez tiene relaciones muy profundas con la espiritualidad, basada con la fortaleza moral, ética y de respeto entre todos", puntualizó Saavedra.

Es bastante simple, añade Untoja, por el principio de la rivalidad que determina la rotación de la función de poder en el Ayllu es que no hay reelección ni repetición de la función de poder.

Un modelo diferente. Para los analistas, la no existencia de la reelección en el mundo indígena, es un “paradigma” diferente a la democracia moderna, la cual hasta el momento no es asimilada a menos de lo meramente discursivo en este gobierno.

En ese ámbito la reelección emancipada por las bases sociales del Movimiento Al Socialismo(MAS) y aceptada por el presidente Evo Morales, hacia un tercer mandato, más aún cuando su liderazgo proclama bases ideológicas arraigadas a lo indígena-originario-campesino, es una flagrante contradicción, aunque es muy difícil comparar ambos contextos.

"Ese discurso que tanto refiere Evo Morales (Presidente del Estado) en mezclar los valores, los principios indígenas con la democracia moderna, es algo que no condice en la práctica. El Gobierno al proclamar a la pachamama, los valores indígena-originarios, entre otros solo cae en discurso y nada en la práctica", enfatiza Georgina Camacho, investigadora del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).

En tanto, la socióloga y docente de la UMSS de Cochabamba, Sarela Paz, señala que comparar ambos contextos y destacar la contradicción solo es posible en tanto y en cuanto hoy se tiene un presidente de origen indígena y por lo cual en lugar de fortalecer esos principios y valores de los pueblos ancestrales, el Gobierno, más bien prioriza una posición desafiante en la permanencia en el poder en el marco de la democracia tradicional.

"Tiene sentido esa contradicción, cuando tenemos un presidente indígena. En ese marco, básicamente no hay una apelación al sistema de formas tradicionales de designación de autoridades, sino en la lógica del poder institucional del Estado, en el que no puede haber tanta reelección", argumenta Sarela Paz, socióloga.

Un paradigma sin atenuantes. Para el sociólogo y magister en estudios de culturas, Héctor Luna, dentro del ámbito de las comunidades aymara y quechua, el ayllu es el modelo de organización donde las personas acceden a los cargos de autoridad por turnos, lo cual se determina a partir de la posesión legítima de la tierra ya sea como propiedad colectiva o individual que obliga prestar servicios en cargos de autoridad.

Además, enfatiza que se trata de una potestad que impone la comunidad donde todos los integrantes deben asumir algún cargo público por uno o dos años calendario, no así por un tiempo indefinido. "En todo caso, se trata de un servicio que no goza de ningún tipo de retribución, más que el prestigio social que ostenta una persona al ser valorado por su entorno social", destaca Luna.

Por esa situación, añade Cárdenas, los gastos que demande el ejercicio de ese mandato tiene que hacerse a costa de la autoridad. "Por eso es un alto honor ser autoridad y por este hecho cuando deja el cargo, es respetado por su alto valor ético y social al servicio de la comunidad", señaló.

En cambio, Manuel de la Fuente, director del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU), señala que es una de las tantas contradicciones del gobierno de Evo Morales, caracterizado como indígena. "En las comunidades indígenas nadie se eterniza en el poder sino que van rotando, lo cual con un presidente que dice reivindicar esos principios y prácticas, en los hechos no se respeta y se hace exactamente lo contrario", señaló.

Un contexto diferente. Mientras Cárdenas y Untoja señalan que el presidente Evo Morales, no solo desconoce esos principios, sino que refleja su impostura indígena al emancipar solo en discursos los valores de los pueblos originarios quechuas y aymaras, para Rafael Puente, investigador y analista político, es forzado comparar ambos contextos. "El problema de fondo es el Estado mismo como creación social. Todos los Estados capitalistas y socialistas implica acumulación, ejercicio y de abuso de poder. En ese ámbito no se puede comparar. Pero como cultura, la práctica indígena debería ser un modelo a aplicarse, aunque por primera vez esta constitución prevé y reconoce", señala Puente.

Asimismo, argumenta que el MAS ha caído en una pequeña trampa, al buscar pretender otra vez reelegirse, casi bajo la figura de "como sea".

Organismo
Once años de muchas paradojas de Evo Morales

Arribo. El 2006 el presidente Evo Morales llegó al poder, no solo favorecido del 54% de los votos en un contexto histórico del primer presidente indígena a nivel l
Latinoamérica, sino cargado de una energía social cuyo simbolismo estuvo arraigado en las raíces más profundas de los pueblos indígena-originarios aymaras y quechuas.

Muestra. Un día antes del 22 de enero de 2006, Evo Morales fue entronizado en Tiahuanaco, por sacerdotes y amautas andinos del mundo aymara y quechua. Tras una ceremonia de "limpia" (purificación de alma y cuerpo) a cargo de dos parejas de amautas, Morales fue vestido con una túnica de vicuña a los pies del monolito Bennett, una escultura de piedra de siete metros de alto y 20 toneladas de peso que permanece en el museo lítico de Tiahuanaco.

Costumbres. Esa costumbre fue una manera de evocar a las tradiciones ancestrales, además de poner en práctica lo que tanto se había añorado hasta entonces: tener como presidente de Bolivia a un líder indígena. Para Román Loayza, por entonces el compañero de lucha y alto dirigente del MAS, hoy disidente, fue un momento histórico y prometedor para el país. "Lamentablemente esos hechos históricos hoy han quedado solo en un caudillo que cada vez quiere perpetuarse en el poder dando la espalda a todos los postulados indígenas. Ese distanciamiento duele", dijo.

Según Estudios
La democracia comunitaria está en la CPE

Constitución. La Constitución Política del Estado reconoce tres formas de democracia: representativa, participativa y comunitaria. El primero y segundo corresponden a la lógica de elección de autoridades en el marco de la democracia moderna. El tercero, la comunitaria, se le atribuye su origen a formas de nombramiento de autoridades de las naciones y pueblos indígena originario campesinos.

Comunitaria. La rotación como forma de acceso a un cargo público, son normas que regula el derecho a la participación política en una comunidad, donde se mantienen la relación con las bases de manera directa, no se identifican procedimientos burocráticos que separe al cuerpo de autoridades con la comunidad.

Mundo aymara. Según los expertos, en el contexto aymara la dualidad es un principio que organiza la vida cotidiana de las familias, donde la población convive en un espacio geopolítico como el ayllu. Además, expresa la dualidad hombre – mujer, y ambos se complementan, que representa la relación de la naturaleza con el cosmos; que se traduce en la complementariedad del territorio entre el aran (abajo) y urin (arriba).

Punto de vista

La pretensión que persigue Evo es un retroceso'

Héctor Luna
Sociólogo y experto en pueblos indígenas

“A diferencia de los pueblos aymaras y quechuas donde la reelección es una práctica desconocida, el cargo público estatal se enmarca bajo las reglas de la democracia moderna, para elegir presidente. En ese marco, la Constitución Política del Estado prevé un mandato por cinco años y con posibilidad de reelección por una sola vez, siendo constitucional en este caso. Sin embargo, la intención de petrificarse en el poder por parte del señor Evo Morales responde a otros criterios, que se desmarca del criterio de convivencia de las comunidades andinas, a pesar del discurso plurinacional o de principios y valores de los pueblos indígenas.
Entonces, la pretensión que persigue el presidente Evo Morales con el apoyo de las bases y representantes que promueven dicha prolongación en el poder es un retroceso para la misma democracia moderna, como también para la forma en que se organizan los pueblos indígenas originario campesinos, que en sus diferentes espacios territoriales alternan el acceso a cargos públicos.

A diferencia de las sociedades modernas se caracterizan por ser masivas, complejas, que exigen demandas de distinta índole, entonces no se puede comparar un espacio geopolítico como el ayllu, o un sindicato campesino, con sociedades macros donde la forma de elegir a una persona como diputado, senador, presidente es por vía democracia representativa. Por otra parte, para algunos del proceso de cambio MAS, la democracia representativa se lo concibe como colonizante, aunque esto no es consenso de todos que confluyen en el partido de gobierno.

'Es norma la contradicción en lo que se dice y lo que hace'

José Luis Bedregal
Analista político

“La contradicción entre el discurso y la acción. Esto se ha hecho norma sobre todo en los últimos años. Se dice una cosa y se hace otra.

Se ha abandonado absolutamente cualquier arraigo hacia las tradiciones, hacia las culturas ancestrales con el que un día llegó al poder, como un referente moral muy grande para el país.

Prueba de ello es lo que ha sucedido estos días, donde el presidente le declara al alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández, un personaje respetable del país, en sentido que es el “amauta” de los bolivianos.

Es decir, hay un conjunto de incoherencias pero que esencialmente se expresan en la falta de consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace. Hace mucho tiempo que Evo Morales se ha distanciado de la interculturalidad, de respeto a los pueblos indígenas y a la madre tierra".

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