Primero fue profesor de primaria y luego dirigente local. El actual presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), Adolfo Chávez, lamentó haber vivido las primeras fricciones con el Gobierno y la traición que sintieron los pueblos indígenas, no sólo con la represión policial en Chaparina, sino en otros acuerdos que el Ejecutivo no cumplió.
Los primeros indicios de separación entre el partido gobernante y las organizaciones indígenas, empezaron el año 2009, al inicio del segundo mandato del presidente Evo Morales.
Según Chávez, la primera traición al pueblo indígena, fue con los escaños cuando el ahora ministro de Gobierno, Carlos Romero, había prometido otorgar representatividad a los dirigentes indígenas en algunos ministerios.
“Recuerdo que lloré frente al legislativo, porque el ministro Romero empezó a traicionar ahí a los pueblos indígenas. Nosotros pedíamos 34 escaños y nos dieron solamente siete. Fue grande mi decepción porque un hombre como Romero, que trabajó con el movimiento indígena nos traicione de esa forma”, afirmó.
La representatividad de los pueblos de Tierras Bajas, debería ser en el Tribunal Constitucional Plurinacional, por usos y costumbres, ante el legislativo, por los escaños especiales y ante el Tribunal Agroambiental, según explicó.
“La octava y la novena marcha fueron los puntos donde se quebró mucho más nuestra relación con el Gobierno, nos ofrecían muchas cosas, pero a cambio había que ponerse la casaca del MAS y eso no lo podíamos hacer”, expresó.
Adolfo Chávez, de 41 años, tiene cinco hijos, tres varones y dos mujeres. La mayor de ellas cumplió recientemente 17 años. El líder indígena afirma que ama a su esposa y la respeta, debido al apoyo que ella le brinda en su labor como dirigente y la educación de sus hijos.
Vive junto a su familia, en la provincia Iturralde del departamento de La Paz, un lugar de la Amazonía, donde se sostiene con la siembra del arroz, maíz, yuca, plátano y la crianza de gallinas.
Chávez inició su labor dirigencial, cuando apenas tenía 22 años y colaboró en la escuela de su región como profesor de primaria. Sin profesión ni experiencia en el ámbito político, asumió la responsabilidad de dirigir un barrio, durante una crisis que vivieron los maestros en el año 1994.
En el año 1997 se creó la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (Cepilap). En esa gestión, esta organización apoyada por las bases, tuvo que hacer frente a los empresarios madereros, con arcos y flechas.
“Fue difícil tomar una decisión, mi esposa estaba embarazada de mi niño Adolfo, y recuerdo que los hermanos armados hicieron que los empresarios huyeran. Ahí sentí lo que es defender la tierra, mi territorio”, indicó.
Con el tiempo, dejó el trabajo local para introducirse en la labor de dirigente a nivel nacional ganando la presidencia de la Cidob a Pedro Nuny en 2006 con 16 votos.
Para Chávez, ser dirigente es saber escuchara las bases, a quienes conduce y ante todo ser humilde.
“Lo que te hace líder es escuchar las autocriticas, recibirlas de la mejor forma y no estrellarte con el que te reclama sino tomarlo como algo que te lleva a superarte. Hay que saber disculparse y ser humilde, al menos eso es lo que yo hago”, dijo con una sonrisa.
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