Buscador

domingo, 5 de octubre de 2014

Indígenas de Beni reactivan su economía con ayuda de CIPCA

Los indígenas y campesinos de los municipios de Beni cosechan hoy, después de la inundación que se registró a principios de este año cuando lo perdieron todo, varios productos como yuca, maíz, pimentón, tomate, frejol y pepino, gracias la ayuda que recibieron del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA).
La directora del CIPCA regional Beni, Fátima Celada, informó que apoyaron a más de 1.400 familias de San Ignacio de Moxos, San Javier, San Andrés, Nuevo Israel, Fátima entre otras otorgándoles 12 toneladas de semillas de varias hortalizas.
"Son semillas estratégicas, son hortalizas que salen en poco tiempo, la cosecha de ahora les permite alimentarse y vender lo que les resta”, dijo y aclaró que estas semillas de frejol maíz, yuca, plátano y otros productos demoran tres meses en salir, además no necesitan mucho cuidado.
La productora Wilma Mojibaro, de la comunidad Nuevo Israel, afirmó haber sacado más de 20 cajas de tomate de su terreno, cada caja tiene 20 kilos; además también cosechó más de 20 quintales de yuca.
"En la inundación no teníamos nada y CIPCA nos ayudó con semillas, esto me ayuda a la alimentación de mi familia y también para vender”, señaló.
La tarea de CIPCA fue implementar un plan de recuperación de medios de vida en las zonas afectadas, que consistió en la dotación de ganado menor (ovejas de pelo) y semillas para la siembra de invierno, acorde con el calendario agrícola. El trabajo de campo y de investigación lo tienen dos equipos: uno referente al campo económico productivo, compuesto por agrónomos y médicos veterinarios; y el otro comprende el área socioorganizativa conformada por sociólogos, politólogos y psicólogos.
"Aprovechamos el tiempo para concientizar a las personas sobre gestión de riesgos, soberanía alimentaria, se les da talleres interdisciplinarios en todas las comunidades”, explicó uno de los técnicos de campo de la institución, Marcelo Valdez.
Para Marcial Chaurara, del municipio de San Javier, el apoyo de CIPCA le dio buenos resultados en los cultivos agroforestales, es el caso de plantas como el árbol de mara, de naranja, toronjas, limones y lo más importante, plantas de cacao silvestre. "Luego de la inundación, empezamos a trabajar de cero con más fuerza, aunque mis plantas de cacao están pequeñas todavía tengo otras como la caña de azúcar, palta y tamarindo”, agregó.
Cada familia recibió cinco kilos de maíz, entre 4 y 6 de frejol; de 50 a 60 semillas de plátano y papas; tres haces de ramas de yuca y cuatro kilos de lechuga, cebolla y pimentón. "Lo que se quiere evitar es el monocultivo para que tengan diversidad en su producción”, indicó Valdez.
"No habíamos visto una inundación tan grande, lo tapó todo, nos quedamos sin nada, eso nos dio más voluntad para trabajar y ahora ya se ha cosechado los frutos de las semillas”, dijo Eulogio Mendoza, de Puerto San Borja. Él recordó que para ir a recoger los víveres de Defensa Civil tuvieron que trasladarse en lancha hasta Trinidad pagando 100 bolivianos, muchas veces en vano. "Casi siempre nos decían que la ayuda no alcanzaba para nosotros y regresábamos sin nada”.
La mayoría coincide en que la ayuda de la institución ha reactivado su agroeconomía, sin embargo, algunos revelaron que no están preparados para resistir otra inundación de similares características. "No tenemos nada de preparación, no tenemos a donde ir, acá no hay altura”, manifestó Norberto Salvatierra de la comunidad Puerto San Borja.
No obstante, instituciones como la Alcaldía y la Gobernación, además de otras organizaciones no gubernamentales ingresan a las comunidades para dar talleres sobre riesgos de inundación y de incendios con el fin de minimizar las consecuencias. Un factor de alerta es la actitud de los animales silvestres, antes de la inundación varios cerdos de monte, bandadas de aves e insectos abandonaron múltiples comunidades.

Cementerio clandestino de animales
"Lo perdimos todo”, es una frase con la que coinciden varias personas cuando se les preguntó si hubo algo que pudieron salvar. Sin embargo, explicaron que no sólo perdieron el 100% de sus sembradíos también fueron testigos pasivos del deceso de su ganado y de varios animales silvestres. Sus chacos se convirtieron en un cementerio de animales, donde los buitres, caimanes y pirañas se daban festines a cualquier hora.
La inundación fue de una magnitud inimaginable que incluso los comunarios recuerdan haber visto bufeos y delfines de nariz rosada nadando entre sus chacos. El desborde del río Mamoré obligó a que muchas víboras se refugiasen en los techos de varias casas. Melani Waluzna, de la comunidad de Fátima en San Ignacio de Moxos, mató a 35 víboras y contó que regresó a su casa en una canoa para recoger su ropa y vio algo extraño en el piso, intentó levantarlo y se dio cuenta que era una sicurí de dos 1,5 metros, la mató con ayuda de dos personas. El nivel de agua bajó y con ella se reveló un cementerio clandestino de animales domésticos y silvestres, como venados y aves. El hedor de estos cadáveres se impregnó en las casas, en la ropa y en el cabello, simplemente fue insoportable, afirman.

No hay comentarios:

Publicar un comentario