La de Selvy es una de las 21 casas afectadas por la violencia policial del 18. “Entraron a las 75 casas del pueblo, pero hay daños en 21”, dice Eulogio Vargas, responsable de vivienda de la comunidad. Los guaraníes acababan de mudarse a las 51 casas que el Estado había construido allí, para reponerles las pérdidas del terremoto del 15 de octubre de 2013. Las viviendas iban a ser entregadas en septiembre con una visita del presidente Evo Morales, pero ya no es una persona apreciada por los guaraníes de Yateirenda.
“Yo no soy guaraní, soy cochabambina, de Chapare. Yo lo he visto al Evo de niña. Mis padres han peleado para que él sea presidente, pero de aquí en adelante no creo en Evo. Esto me ha marcado para siempre”, dice llorando Julia Orellana, dueña de la tienda más grande de Yateirenda. Esa tarde, ella sacó los vinagres de su tienda para ayudar a sus vecinos, que se arrastraban por las calles. Después fue capturada, arrastrada y pateada por los policías.
A Franz Alcoba le duele respirar. Tiene dos costillas rotas y está postrado en un catre, sin plata para cubrir la receta del médico. A él lo agarraron en la calle y lo patearon. “Creo que fue entre ocho, no sé -dice-. Después me colgaron como pa’ ahorcarme”. Mientras él llevaba, los policías estaban en su casa, golpeando a su hija de 15 años en la nuca y la pierna, tratando que le dieran la llave de la moto. No lo consiguieron.
Cuando terminó todo, los uniformados se llevaron a 27 personas, pero solo 16 eran guaraníes. También cargaron con trabajadores agrarios de empresas vecinas.
Una esperanza
Desde las 8:00 de hoy, representantes del Gobierno y líderes guaraníes se sentarán a dialogar en el hotel Casa Blanca. Así se lo comunicaron a Willma Arredondo, capitana de Takovo Mora. “Esperemos que haya voluntad para avanzar”, dijo la dirigente indígena
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