Según Spooner “está bien que el Gobierno reconozca la existencia de los ayoreos aislados en la región, pero además debe protegerlos. El contacto entre los aislados y ganaderos podría ser un desastre y es muy peligroso tanto para los indígenas como para los trabajadores. Las autoridades deben expulsar a las empresas que trabajan ilegalmente en la zona y devolver la tierra a sus propietarios ancestrales”.
Sin embargo la realidad demuestra todo lo contrario, y los ayoreos buscan su espacio.

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